90 años de la Generación del 27

Hay momentos históricos en la vida, y los hay también en la literatura. Este año se cumplen los 90 años de una reunión que marcaría decisivamente a las letras hispanoamericanas, y en particular la poesía española y que derivaría en la fundación de la Generación del 27.

Noventa años de arte y amistad que nos han dejado a los que vinimos después un sinfín de obras extraordinarias. En Poemas del Alma, queremos difundir el trabajo de estos artistas y por eso hemos preparado una serie de textos sobre esta inolvidable generación que iremos compartiendo a lo largo del año. Comenzamos con una breve introducción sobre lo que fue una de las generaciones más fértiles de la poesía española.

Una generación heterogénea

El 17 de diciembre de 1927, cuando se cumplían los 300 años del fallecimiento de Luis de Góngora, un grupo de jóvenes poetas se reunió en Sevilla para celebrar la poesía y manifestar su cercanía con aquel autor. Entre ellos estaban Pedro Salinas, Dámaso Alonso, Federico García Lorca, Gerardo Diego, Miguel Hernández y Luis Cernuda, que aunque ya se conocían y habían publicado en conjunto algunas cosas, oficializaban la idea de una generación unida a través de la palabra. El grupo sería, sin embargo, mucho más amplio, y en él estarían importantes escritoras (muchas de ellas olvidadas y rescatadas recientemente en el documental «Las sinsombrero»), tales como María Zambrano, Maruja Mallo, Carmen Tórtola y María Teresa León.

Existen muchas controversias en torno al concepto de «generación» en este grupo tan heterogéneo, ya que para que exista una generación es imprescindible que se den una serie de factores: los integrantes deben ser contemporáneos y a ser posible tener poca diferencia de edad entre sí. Además, deben compartir un bagaje cultural e intelectual, que los lleve a entender el arte de una forma similar, para poder encasillar el trabajo artístico de todos los pertenecientes al grupo en unas características bien definidas. Y lo cierto es que, al hilar fino, el grupo del 27 estuvo formado por hombres y mujeres muy particulares; de hecho, entre muchos de ellos no hay parecidos ideológicos ni estilísticos, y sin embargo sí que podemos encontrar razones para unificarlos en una generación.

Quizá el punto más destacable en el que aquellos artistas se encontraron fue en la amistad. Existieron lazos amistosos entre ellos y un deseo colectivo de darse a conocer y trabajar en equipo, cosa peculiar en este mundo de las letras. Hombres y mujeres se reunían en el verano malagueño a disfrutar de la playa, de la compañía y a preparar sus colaboraciones en las revistas literarias más significativas de la escena hispanoamericana, tales como Revista de Occidente y Litoral, responsables sin duda de que el trabajo y el sentir hermano de los jóvenes de aquella generación pasara a la historia.

Extrañeza y exilio

De todas formas, también hay elementos en común en el trabajo artístico de aquellos autores. Lo más significativo seguramente es esa extrañeza con su tierra y su tiempo, que los llevó a experimentar el exilio tanto físico como emocional, tanto exterior como interior. Colaboró con esa sensación el vivir en un tiempo convulso, de profundos cambios sociales, y la necesidad que cada uno de ellos experimentó de nombrar el mundo con su propio lenguaje. Por eso, aunque sus poéticas pudieran hallarse a gran distancia, las inquietudes que los llevaba a cada uno a expresarse los volvía cercanos entre sí.

Para muchos es imposible hablar de la Generación del 27 y olvidarse de Juan Ramón Jiménez, que fue sobre todo al comienzo un guía para muchos de aquellos jóvenes. Así que, aunque no haya un estilo definido en aquella generación de artistas, sí compartieron afinidad con la poesía cuidada del poeta de Moguer. Otra de las condiciones para que exista «generación» es la existencia de un guía, como lo fue Bretón de los surrealistas.

Podría decirse que Juan Ramón Jiménez cumplió esta función, y quizás las cosas hubieran salido mejor si la guerra civil no los hubiera dispersado, y nos hubiera arrebatado a varios de aquellos poetas fascinantes. Aquí quizás reside lo más extraño de todo: pese a la violenta ruptura que experimentaron a causa de la dictadura, los jóvenes del 27 continuaron escribiendo-queriéndose-luchando y pasaron a la historia. Quizás porque lo que realmente los unía era la pasión literaria y la amistad.

Antes de terminar quiero recomendarles que consulten el programa de actividades del Centro Cultural Generación del 27 que festeja los 90 de sus chicos y chicas con muchas interesantes actividades para ver y escuchar.

 



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