Raquel Taranilla, respuestas en 280 caracteres

A la autora barcelonesa Raquel Taranilla se la conoce desde hace tiempo por “Mi cuerpo también” y, más recientemente, por “Noche y océano”, obra que ha sido distinguida en 2020 con el Premio Biblioteca Breve, tal como meses atrás informamos en Poemas del Alma.

Raquel TaranillaEs posible, asimismo, descubrir sus cualidades para la escritura por medio de su blog y de las publicaciones que hace periódicamente en redes sociales. A partir de ahora, gracias a su predisposición para responder un cuestionario breve vía Twitter (donde es seguida por cientos de usuarios), este espacio también invita a saber más sobre Taranilla, quien combina la actividad literaria con su rol docente.

Quien, ya sea antes o después de llegar al final de esta nota, desee precisiones vinculadas a la trama de “Noche y océano”, tenga en cuenta que, en el archivo de este portal, hay un artículo de María Merino con referencias sobre la novela.

¿Qué es, para ti, lo más fascinante del género de la novela?
– Que no se debe ajustar a las mil puñeterías de la prosa académica. Que me permite ser vaga e imprecisa e inventarme cosas sin remordimientos ni amenazas legales.
Cuando la inspiración no llega, ¿cómo invocas a las musas, con qué estrategias y recursos?
– Lo de las musas me parece muy hortera, lo lamento. Escribo cuando tengo algo que contar. Tengo varios proyectos abiertos a la vez. Voy alternándolos según me parece.
¿Por qué y con qué objetivos decidiste crear ficción?
– La dicotomía ficción vs. lo-que-sea (ensayo, factualidad…) no me interesa casi nada. Digo que hago literatura con la esperanza de llegar a más gente. Es, a día de hoy, una etiqueta comercial.
¿Cuál es el libro y/o autor/a que mayor influencia tiene en tu obra?
– Dostoyevski. El más listo, el más piadoso, el que vio con más claridad cómo somos los humanos. Todo amor y todo odio.
Aquellos que aún no conocen «Noche y océano», ¿qué clase de experiencia lectora se están perdiendo?
– Me gustaría poder mostrar parte de la vía muerta a la que han llegado las ciencias humanas en el último tercio del siglo XX. Y hacerlo de un modo divertido. Pongámonos a reír por no llorar; esa sería la idea.



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