Severo Sarduy

El cubano Severo Sarduy, además de haber enriquecido a la cultura de su país desde su faceta de escritor, se desempeñó como crítico (tanto de arte como de literatura) y sumó experiencia como periodista.

Su nacimiento se produjo el 25 de febrero de 1937 en la ciudad de Camagüey. Ya completado el bachillerato en la capital de su patria, fue colaborador de publicaciones como “Lunes de revolución” y “Diario libre”.

En 1960, motivado por el deseo de instruirse en Historia del Arte, se trasladó al corazón de Francia. Al reconstruir sus vivencias se advierte que nunca más retornó a suelo cubano.

En territorio galo consiguió empleo en la Radiotelevisión francesa como redactor, fue contratado por “Editions du Seuil” como lector y se vinculó al grupo de intelectuales nucleados en torno a la revista “Tel Quel”.

El estilo de este hombre que brilló como narrador, poeta y ensayista, aseguran varios expertos en cuestiones literarias, lo acerca a las figuras de intelectuales como Guillermo Cabrera Infante y José Lezama Lima.

Sarduy encontró la muerte el 8 de junio de 1993 en París cuando el sida le ganó la batalla. Sus restos se inhumaron en el cementerio francés de Thiais.

Pese a que su desaparición física se produjo hace mucho tiempo, el interés por el legado de Severo sigue firme a escala internacional, generando que generaciones jóvenes de lectores descubran su figura. Para apreciar sus habilidades como novelista, vale la pena conseguir algún ejemplar de “Gestos”, “De donde son los cantantes”, “Cobra” (material que en 1972 le permitió obtener el Premio Médicis) y “Pájaros de la playa”. Su sensibilidad poética, en tanto, quedó plasmada en “Un testigo fugaz y disfrazado”, “Un testigo perenne y delatado” y “Big Bang”. “Escrito sobre un cuerpo”, “La simulación” y “Ensayos generales sobre el barroco”, en tanto, dan cuenta de su talento como ensayista.



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