Mariano Brull

Al repasar la historia de la literatura cubana se destaca, entre otros intelectuales que dejaron huella en el ámbito poético, Mariano Brull Caballero. Este escritor que se identificó con la corriente simbolista francesa y tuvo entre sus referentes a Paul Valéry y Stéphane Mallarmé, nació el 24 de febrero de 1891 en Camagüey.

Este descendiente de la pareja conformada por Celia Caballero y Miguel Brull pasó parte de su infancia en Málaga y Ceuta. De regreso en su localidad natal se interesó por la poesía y, en su juventud, fundó con varios compañeros una publicación a la cual aportó ensayos y versos.

Tras doctorarse en Derecho integró un bufete de abogados y colaboró con una revista conocida como “El Fígaro”. En 1916, con el apoyo del crítico y autor Pedro Henríquez Ureña, debutó como poeta a través de “La casa del silencio”.

Ya casado con Adela Baralt, Brull inició a sumar experiencia como diplomático, desarrollando funciones en suelo estadounidense y en territorio peruano. Más tarde trabajó en la capital de España.

Este hombre que también tuvo oportunidad de residir en Berna, París, Ciudad de México, Bruselas y Roma, entre muchas otras ciudades, amplió su producción literaria con “Poemas en menguante”, “Canto redondo” y “Solo de rosa”. “Temps en peine. Tiempo en pena” y “Ríen que…” son otras propuestas de su autoría. Numerosas creaciones literarias elaboradas por él, asimismo, tuvieron espacio en las páginas de “Gaceta del Caribe”, “Clavileño” y “Espuela de Plata”, por ejemplo.

Al reconstruir su trayectoria y sus actividades culturales tampoco se puede pasar por alto que este poeta fue, en su patria, uno de los mayores impulsores del congreso que, en 1941, realizó el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual.

Cabe destacar que Mariano Brull le dio batalla a un tumor cerebral pero, lamentablemente, esta cruel enfermedad terminó por vencerlo en La Habana el 8 de junio de 1956.



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