Norah Lange

Norah Lange fue una escritora nacida en Buenos Aires, Argentina, el 23 de octubre del año 1905 y fallecida en la misma ciudad el 4 de agosto de 1972. Su presencia fue muy significativa en el mundo de las letras, específicamente en su marco histórico y geográfico, dado que no era común que una mujer se dedicara a la narrativa y que participara de una manera tan activa de una actividad que todavía al día de hoy sigue estando fuertemente ligada al machismo. Y es que gozó de una carrera relativamente corta, considerando su inesperada muerte mientras se encontraba produciendo una novela, pero muy fructífera y exitosa. Contó con el apoyo de grandes nombres, como Jorge Luis Borges, y recibió muchos reconocimientos, tales como el Premio Nacional de Literatura.
Lange comenzó a publicar sus obras desde muy joven; con apenas veinte años de edad, publicó su primer poemario, titulado "La calle de la tarde", al cual siguieron "Los días y las noches" y "Versos a una plaza", entre otros. En prosa editó diversos libros, como ser las novelas "Voz de la vida" y "Los dos retratos", y las memorias "Antes que mueran". A continuación es posible leer "La tardecita mansa" y otros de sus poemas.

Poemas de Norah Lange

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Norah Lange:

La tarde se va

La tarde se va
                     de la mano del sol.
La noche es un largo silencio negro.
La luna es el alma de la noche.
¡Si yo fuese tan sólo tu corazón por dentro!

Calle

He vuelto a la calle ahondada de esperas
rezando ausencias que ya no serán más.
Calle poblada de voces humildes,
¡cuán cerca la hora en que él me querrá!

Sobre la tierra sumisa de ocasos,
pasaste a mi lado como un madrigal.
Toda la dicha se estuvo en mis ojos,
y fue leve cansancio la emoción de tu voz.

Calle: mi verso pronto irá hacia ti
honrado de emociones, como un abrazo
que anticipa olvido y soledades.

Ventana

Ventana abierta sobre la tarde
    con generosidad de mano
    que no sabe su limosna.

Ventana, que has ocultado en vano
tanto pudor de niña.

Ventana que se da como un cariño
a las veredas desnudas de niños.

Luego, ventana abierta al alba
con rocío de júbilo riendo en sus cristales.

Cuántas veces en el sosiego
    de su abrazo amplio
    dijo mi pena
    su verso cansado!

Amanecer

En el corazón de cada árbol
se ha estremecido la medianoche.

La noche se desmenuza
en lenta procesión de niebla.

Todas las tardes terminan su cansancio.

Los letreros luminosos duermen
el asombro de sus colores
y anticipan la contemplación de cada pobre.

En toda esquina vigila el sueño
y es tu recuerdo la única pena
que humilla la altivez de las aceras.

Lejos, el primer mendigo,
traiciona el portal donde ha dormido.

Y la ciudad se abre como una carta
para decirnos la sorpresa de sus calles.

La emoción...

La emoción tira de nuestras almas.
                    El corazón se nos abre
                                         para amar mejor.
Sentimos todo el cielo
              latiendo en nuestras manos.
Una llovizna de recuerdo
              humedece mi alma.
¡Es tan dulce
          sentirse morir por dentro
                                        poco a poco!

Todo el dolor derramado...

Todo el dolor derramado
                                        sobre el paisaje.
La tarde transparente
                                        como un agua
se ha mirado en tus ojos.
Lejos
              la noche arrodillada
                              trenza tinieblas
                              ante su espejo.
Mi corazón es un plenilunio de tristeza.

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