Mercedes Durand

Mercedes Durand nació el 9 de agosto de 1933 en San Salvador. Perteneció a la Generación Comprometida y al grupo literario Octubre, del cual también formaban parte Ítalo López Vallecillos, Irma Lanzas y Álvaro Menéndez Leal, entre otros.
Estudió filosofía y Letras de la Universidad Nacional de México y se desempeñó como educadora en Ciudad de México, donde residió desde su juventud.
Ha recibido numerosos galardones a lo largo de su carrera, como el primer premio de poesía en los Juegos Florales de Usulután y el de los Juegos Florales de Nueva San Salvador; además colaboró como conductora televisiva y radial para diversos programas donde se difundía la cultura y como redactora en algunos medios periodísticos.
Como autora ha publicado varios libros, tales como "Espacios", "Sonetos elementales" y "Las manos en el fuego". En nuestra web podrás leer algunas de sus poesías, entre las que se encuentran "El barrilete malva entre tus dedos", "Espacio de mi voz a Frida Kahlo", "Mariposas de hielo volaban" y "Mundo vegetal".
Durand falleció en México el 7 de julio de 1999 y es recordada tanto en este país como en El Salvador por haber sido una destacada difusora de las letras y la cultura latinoamericanas.

Poemas de Mercedes Durand

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Mercedes Durand:

El aire

El aire se alistó de marinero
con boina de muchacho vagabundo,
un barco lo condujo por el mundo
soplándole el blancor de su velero.

El aire se cansó de aventurero
y quiso conocer el mar fecundo,
un buzo le enseño de lo profundo
corales encendidos al viajero.

El aire se compró boina dorada
y fue por los jardines de la infancia
soltando su frescura oxigenada.

El aire, del jugar hizo bandera,
un juego alimentado en la fragancia
del yodo y la campiña volandera.

Espacio del color

Desde que me anunciaron tu venida
dispuse regalarte los colores
prestados a las frutas y las flores
hermanas vegetales de tu vida.

La fresa me prestó su piel de herida,
el trébol su conjunto de verdores,
el blanco jazminero sus candores
y la aceituna oscura su medida.

El ácido mirar del limonero
y la pupila ingenua de la rosa
mezclaron su color en tu velero.

El mundo de la flor y de la fruta
me ha dado su acuarela primorosa
envuelta en los olores de la ruta.

Jucuapa

Dulzura de jocote, piel caliza,
hermana del izote campesino,
madruga en cafetales tu camino
y en claros ojos de agua tu sonrisa.

La vida de tu pueblo se desliza
sembrando la semilla, atando el fino
suspiro del tabaco matutino
y haciendo germinar a la hortaliza.

La furia de la tierra en movimiento
dos veces ha quebrado tu estructura
dejándote desnuda frente al viento.

Y tú, con la paciencia nazarena,
Jucuapa ,la provincia sin ventura
te has vuelto a levantar fuerte y serena.

Las manos y los siglos

“Y he aquí que ese pasado de súbito se hace presente. Que lo palpo y aspiro. Que vislumbro ahora la estupefaciente posibilidad de viajar en el tiempo como otros viajan en el espacio”.
Alejo Carpentier


Voy a decirlo todo
Como lo vio el bisonte
Y lo esculpió en las rocas
El hombre de Altamira…
Soy la lumbre del tiempo
Y el corazón del mundo.
Soy un ser sin edades
Sin cálculos
Sin prisas
Sin relojes de arena
Sin sandalias
Sin báculos
Y sin abecedarios.
Soy un sin tiempo sin tiempo.
He recorrido asombros
Borrascas
Ansiedades
Y miradas perplejas
Y voces guturales
Y alegrías informes
Y formas desprendidas
De la urgencia y del hambre…
He visto arder el fuego
Y estallar los guijarros
Y correr el antílope
Y recoger bellotas
En paisajes de taiga.
Voy a decirlo todo
Con palabra sencilla
Y soltaré mi lengua
Como un pequeño pájaro…
Voy a decirlo todo.
He de vaciar un cántaro.
Más tarde
Con el tiempo
Me cubrirá la hierba
Me asumirá el silencio
Y cesarán mis pasos…

Soneto

Este ignorar el rostro del futuro,
este no ser el ser que se quisiera
este ambular sin ruta duradera
es un estar sin un estar seguro.

Este vivir golpeándose en el muro
del miedo, de la noche y de la espera,
es un negar la vida verdadera
es un temor secreto, necio, impuro.

Este sentir angustia desmedida
ante el paso inicial de la mañana
portadora del alma presentida.

Es un querer fugarse de sí mismo,
es un cubrir la luz de una ventana,
es un permanecer en el abismo...

Vengo del viento

Vengo del viento azul
Donde el jacinto
Sorprende en su temblor al lirio de agua.
Vengo en el viento
Y con el viento traigo
La voz delgada del Guarajambala,
El eco acantarado del Sumpul,
El dialecto azulino del Jibia
Y la música en flor del viejo río.
Del río de las barbas de esmeralda,
Del río que se extiende por los valles,
Del río que amortaja a los cadáveres,
Del río de la luz en las entrañas,
Del río viejo,
Del río sangre,
Del río indio,
Del río padre,
Del río río,
Del río Lempa…
Vengo en el viento
Y con el viento traigo
Suspiros de copal,
Aire de bálsamo,
Guirnaldas de esquinsuche
Y aliento de cacao…
Vengo del viento
Y con el viento traigo
La oscura ramazón de los caobos,
El canto melancólico del guauce,
La auora vegetal del maquilíshuat,
El jacamar y su plumaje huraño…
Vengo del viento
Y con el viento traigo
Un corazón de viento huracanado…

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