Manuel Altolaguirre

Manuel Altolaguirre fue un destacado poeta editor español que nació en Málaga el 29 de junio de 1905.
Desde joven mostró un marcado interés por el sector editorial y a los dieciocho años fundó su primera revista de poesía; conociendo y uniéndose a los artistas pertenecientes a la Generación del 27.
Vivió algunos años en Londres, donde continuó trabajando en la edición; entre otras cosas, creó la revista bilingüe "1616", título que responde a la fecha de fallecimiento de dos grandes de la Literatura Universal: Miguel de Cervantes y Shakespeare.
A su regreso a España, entre otras labores editoriales, dirige una colección poética llamada "El Héroe", que fue el espacio ideal para que muchos autores de su generación publicaran sus obras. Además, comenzó a colaborar en obras de teatro y a relacionarse con personas de este ambiente.
Con el estallido de la Guerra Civil debe exiliarse a causa de sus ideas; cuando consigue regresar a España, se instala en Burgos, donde fallece el 26 de julio de 1959.
Algunas de sus obras más destacadas son "Las islas invitadas y otros poemas", "Soledades juntas", "Nube temporal" y "El caballo griego", esta última es una novela que dejó inconclusa. En nuestra web podrás leer algunas de sus creaciones, tales como "Para alcanzar la luz" y "Mis prisiones".

Poemas de Manuel Altolaguirre

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Manuel Altolaguirre:

FIN DE UN AMOR


No sé si es que cumplió ya su destino,
si alcanzó perfección o si acabado
este amor a su límite ha llegado
sin dar un paso más en su camino.

Aún le miro subir, de donde vino,
a la alta cumbre donde ha terminado
su penosa ascensión. Tal ha quedado
estático un amor tan peregrino.

No me resigno a dar la despedida
a tan altivo y firme sentimiento
que tanto impulso y luz diera a mi vida.

No es culminación lo que lamento.
Su culminar no causa la partida,
la causará, tal vez, su acabamiento.

ERA MI DOLOR TAN ALTO


Era mi dolor tan alto,
que la puerta de la casa
de donde salí llorando
me llegaba a la cintura.

¡Qué pequeños resultaban
los hombres que iban conmigo!
Crecí como una alta llama
de tela blanca y cabellos.

Si derribaran mi frente
los toros bravos saldrían,
luto en desorden, dementes,
contra los cuerpos humanos.

Era mi dolor tan alto,
que miraba al otro mundo
por encima del ocaso.

MIRADAS


Ojos de puente los míos
por donde pasan las aguas
que van a dar al olvido.
Sobre mi frente de acero
mirando por las barandas
caminan mis pensamientos.

Mi nuca negra es el mar,
donde se pierden los ríos,
y mis sueños son las nubes
por y para las que vivo.

Ojos de puente los míos
por donde pasan las aguas
que van a dar al olvido.

BESO


¡Qué sola estabas por dentro!

Cuando me asomé a tus labios
un rojo túnel de sangre,
oscuro y triste, se hundía
hasta el final de tu alma.

Cuando penetró mi beso,
su calor y su luz daban
temblores y sobresaltos
a tu carne sorprendida.

Desde entonces los caminos
que conducen a tu alma
no quieres que estén desiertos.

¡Cuántas flechas, peces, pájaros,
cuántas caricias y besos!

SEPARACION


Mi soledad llevo dentro,
torre de ciegas ventanas.

Cuando mis brazos extiendo
abro sus puertas de entrada
y doy camino alfombrado
al que quiera visitarla.
Pintó el recuerdo los cuadros
que decoran sus estancias.
Allí mis pasadas dichas
con mi pena de hoy contrastan.

¡Qué juntos los dos estábamos!
¿Quién el cuerpo? ¿Quién el alma?
Nuestra separación última,
¡qué muerte fue tan amarga!

Ahora dentro de mí llevo
mi alta soledad delgada.

TUS PALABRAS


Apoyada en mi hombro
eres mi ala derecha.
Como si desplegaras
tus suaves plumas negras,
tus palabras a un cielo
blanquísimo me elevan.

Exaltación. Silencio.
Sentado estoy a mi mesa,
sangrándome la espalda,
doliéndome tu ausencia.

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