LA LLUVIA

Ángel Alberto Cuesta Martín

LA LLUVIA

 

Hoy los techos balbucean un retumbo de lluvia

con prietos acordes de ensueños y monotonía.

Crece hacia adentro, como un racimo de blancas uvas,

un ramillete con un toque de melancolía.

 

Ah… sensible lluvia. No hay más que apacibles caricias

en sus gotas que, al espíritu natural, infunden

una pura resonancia de ternura infinita,

una acogedora soñolencia de mansedumbre.

 

Insinúa la lluvia aquellos mensajes supremos

cargando fascinación seductora para mi alma,

que sueltan sus flores al viento para recogerlos,

y me acercan memorias por los caminos del agua.

 

La lluvia ritma plácidos repiques de tristura.

Cada gota, como abeja volando nupcial vuelo

parece trasegar confidencias de mi ventura.

¿Será porque la lluvia siempre atrapa los recuerdos?

 

Si la lluvia, amigo, no roza el alma con fervor,

puede que, distraída, no huela el aroma de nardos.

El agua aleja la pesadumbre del corazón,

mas cuando cae la lluvia, no todos nos mojamos.

 

Ángel Alberto Cuesta Martín.

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