Sol de madrugada

Abraham Emilio

¡Amor, tan poco me quisiste!
Y es que a nadie más puedo amar,
mi caprichoso amor insiste,
sin ti, no dejo de llorar.


Melancólico tu desprecio,
cada día, cada segundo...
nada sin ti tiene algún precio,
pierde todo valor el mundo.


Sé que no eras, como otras, bella,
tan diferente y especial,
cada noche junto a una estrella
viví en ti un amor sin final.


Fuimos ingenuos, inexpertos,
nos llevamos por los impulsos,
juntos soñabamos despiertos
se aceleraban nuestros pulsos.


¡Amor, ta vez no me quisiste!
A ninguna más puedo amar,
mi caprichoso amor persiste,
sin ti, no dejo de llorar.


Las calles nombran un recuerdo,
las rutas hablan de nosotros,
con este dolor no concuerdo
estar tú y yo en brazos de otros.


Amarnos como en el ayer,
y verte con una sonrisa,
soñar, vivir de ese placer,
de cuando el corazón avisa.


No estar en esta soledad,
tener como amiga las penas...
calcinando la mortandad
son como ríos en las venas.


¡Amor, tan poco me quisiste!
Y es que a nadie más puedo amar,
mi caprichoso amor insiste
no puedo dejar de llorar.


Otras tantas son más hermosas,
amables con cutis de cielo;
me son como espinas de rosas
mi corazón vive del duelo.


Vastos sitios, enormes sueños,
muchas metas, pocos amores;
amores locos o risueños,
poca vida y muchos dolores.


Lamentos, corazón desierto,
hora de dagas o de hoguera...
¿acaso estuve sin ti, muerto?
Ya no existe la primavera.


¡Amor, tan poco me quisiste!
Ya no sé ni lo que es amar,
mi obstinado querer persiste,
sin ti, no dejo de llorar.


Incluso pude amarte tanto
quizás fue el tiempo mi enemigo,
ahora aferrarme al quebranto,
tu amor no existe y lo persigo.


Tras los vestigios de una sombra
o tras el fantasma de un beso;
la mente la añora, la nombra,
siendo libre se siente preso.


Y sin musa, sin esperanza,
el tiempo corre y nada cura,
la desesperación alcanza:
nace, da frutos y tortura.


¡Amor, apenas me quisiste!
Ya no sé ni lo que es amar,
mi infundado amor, torpe, insiste
sin ti, no dejo de llorar.


Poner una flor en tu oreja,
un paseo por la ciudad,
oír una frase, una queja
ser de tu mitad tu mitad.


Ya eres como quisiste, libre,
y tu futuro es diferente,
que un nuevo amor tu pecho vibre,
y me derogues de tu mente.


Fue un ensueño, todo lo di,
compartimos hambre y pobreza,
bien sé que eres feliz sin mí...
pues la vida recién empieza...


¡Amor, tan poco me quisiste!
Y es que a nadie más puedo amar,
mi amor caprichoso persiste
y no dejo de sollozar.


¡Mírame mujer, estoy triste!

Ver métrica de este poema
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.