Señor don Dinero

Max Hernandez


AVISO DE AUSENCIA DE Max Hernandez
Con poco tiempo disponible.


- Qué quién? Qué es lo que quiere? 
- Buenas tardes señor Don Dinero, solo le pido un minuto...
- Qué?! Quién es este taimado?!
- Un loco que dice ser poeta, y quiere con usted hacer un trato...

Por un instante el poderoso don Dinero deja de ver sus cuentas tras sus gafas doradas, sonríe a medias con su habano entre los dientes, coge su vaso de cristal caro y dando un trago del licor más fino, se ríe...

- Un trato?! Conmigo? Y que puedes ofrecerme tú, mentecato, a mi que todo lo tengo y todo lo puedo... Momento, primero dime qué es lo que quieres? Mucha riqueza acaso? Puedo hacerte poderoso más que los dioses, puedo comprar ciudades, levantar y destruir imperios milenarios, compro personas, compro voluntades, compro lujos y vanidades, compro vidas, compro sueños, compro todo lo que existe, ha existido y existirá en este mísero, pero mío, planeta...

Silencio, esperan que hable
- Lo se lo entiendo, lo que le pediré no creo le cueste mucho en sus cuentas, siendo usted el ser más poderoso de todos los tiempos (veo que asienta orgulloso y sonriente), mire quiero hacerle un intercambio....

- Y que tienes tú que pueda interesarme?
- Muy poco la verdad: tengo mi libertad y mi vida para entregársela, tengo mi alma...

- Tu alma? Ja, ja , ja!!! No hay valor monetario para esa cosa que llamas "alma", acá no vale ni una sola moneda. Entre nos, dicen que un tío colorado con cuernos, que reinaba o reina en los infiernos, las recibía gustoso, pero ahora tiene tantas y tantas que las colas para ingresar allá son eternas, incluso me parece que ahora para entregar tu alma hasta tienes que pagar.... En fin, que más traes, que pueda interesarme...

- Hmm, traigo acá algunos versos...

Por una fracción de segundo la habitación del señor poderoso explota en estrepitosa carcajada, todos se toman la panza de tanto jolgorio, ríen a mandíbula batiente...

- Poemas? Poesía?! Estás loco de remate, pobre necio. Eso no vale ni un medio. A decir verdad, creo que en la actualidad el papel vale más si está en blanco que si viene con esas letras. Nadie lee poemas! Es más, creo que ahora tienes que pagar para que te lean... Vale, creo que asustamos al pobre espantajo... Bueno, nada traes, tu vida no me interesa nada, pues todos en el planeta son mis esclavos, y tu libertad, hmm, quizá podría usarte en algo, pero, vamos,  qué es lo que me pedías?

- Solo una cosa, señor todopoderoso don Dinero, solo quiero que, aquella a quién amo, también me ame...

Silencio...

Toda la habitación queda paralizada en un instante. Las monedas no tintinean, algunas quedan suspendidas en el aire, los contadores están estupefactos, miran por sobre sus gafas, el aire queda petrificado, y la imagen del poderoso don Dinero es impactante: tiene una mano al aire, la otra deja que poco a poco el licor de su lujosa copa se derrame, el habano se escurre de sus labios, y su mirada es casi tierna, y hasta se nota desconsuelo...

- Pobre idiota, necio, torpe, iluso poeta. Puedo comprarte amigos, puedo comprarte amores postizos, puedo llevar las personas más bellas a tus aposentos, puedo todo eso, pero lo que me pides, lo que me pides, no tiene precio, no está a la venta, no existe ninguna oferta...

Bajo en silencio la cabeza. He intentado todo, ya nada me queda. Agradezco con un pequeño ademán, y rompiendo el silencio de la habitación, me dirijo hacia la puerta...

- Espera, me dice el poderoso don Dinero, ya con voz de mayor benevolencia, espera loco soñador, desquiciado poeta. Toma una moneda, te la has ganado por tu osadía, es para el barquero, pues, a este paso, ni siquiera tendrás para pagar el viaje final, que, cómo según yo veo, está para ti muy cerca...

Salgo en silencio. Las hojas donde están mis torpes versos son arrancadas de mis manos por las aguas, el fuego y los vientos, y son fáciles víctimas de todos los elementos. Miro la reluciente moneda, es brillante y hermosa, inclino suavemente mi mano y la moneda rueda sin destino, hasta perderse de mi vista...

Para que quiero al barquero? Para qué necesita mi alma el cielo o el infierno, si en ninguno de esos lugares tendré tus manos, tus bellos ojos negros, tu cabellera de ensueño, tus labios apasionados y tus negados besos?

Caminaré entre la vida y la muerte, navegando en silencio los inclementes mares del espacio tiempo, cual espectro viviente, y seguiré regalando mis versos de amor al aire, al fuego, a los vientos, sin importarme un rábano si alguien los lee, pues son para ti, son solo para ti, todos ellos....

Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos Novedades semanales


Comentarios2

  • Omaris Redman

    Hermoso, sublime y encantador relato!

    • Max Hernandez

      Muchas gracias Omaris, me alegra que haya sido de tu agrado
      Abrazos

    • María C.

      Poderoso don dinero, ya lo dijo don Francisco de Quevedo.
      Buen relato Max y un eliz día de la poesía amigo poeta.
      Un abrazo



    Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.