Prefiero la Astronomía...

Alberto Escobar

 

Crecer 
es aprender 
a despedirse. 

—Risto Mejide. 

 


Crecer o no crecer,
that's the question.
Conformarse siendo peón
en un tablero a veces negro
a veces blanco o soñar,
aspirar a ser algún día
el rey —o incluso mejor , 
la reina— y madrugar día
a día para alcanzar a subirse
a un trono mentiroso, de
cartón piedra; a una silla 
eléctrica que se ofrece como
aliciente en un paquete 
de magdalenas si te acercas
a ese tenducho que debajo 
de tu casa esta abierto todo el día,
que debe de ser un chino
porque no sabe lo que es cerrar,
ni siquiera en la pesadez 
de la tarde primera del verano, 
cuando a las cigarras apenas les queda
un hilo de voz para seguir cantando,
y que se encaja en la esquina
izquierda de la calle que queda
a la derecha de ninguna barriada,
de ninguna vecindad, de ninguna
vida, de ninguna sensatez.
Me da la sensación de que me niego
a crecer, de que no sé qué me espera
al otro lado de la lozanía, de la prestancia,
de la fuerza en las manos, en las piernas,
y que ese no saber me empuja 
hacia atrás como aquel cetme que cargaba,
limpiaba y a veces disparaba durante
los meses vacíos que dediqué a la patria
—aunque nada sea nunca en vano—. 
Y eso de aprender a despedirse...
Sobre eso ya escribí algo.
Mantuve que la muerte solo nos llega
al conocimiento a través del otro, 
que le tenemos tanto miedo que nos negamos
tajantes a verla dentro, a ver cómo la carne
va muriendo a una cadencia genética 
y disimulada consistente en un ir renovándose
cada ciertos años con alguna pérdida de datos
para así evitarnos el maltrago de volvernos
inmortales y disputarle el trono a quien 
se dice Dios, quien se erige como el rey
del tablero y cuya autoridad por nada del mundo
se presta a disputar ni a perder. 
No quiero aprender a eso, prefiero estudiar 
otra carrera, una donde no tenga 
que girar la muñeca, con la mano abierta,
de un lado a otro como si fuese una bandera
y dejar, acto seguido, de ver para siempre a nadie
que haya arrancado, o ingerido, aunque fuese 
una migaja de un corazón como el mío. 
Prefiero aprender Astronomía...

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Comentarios1

  • jvnavarro

    Buen arma y de precisión asombrosa, en el poema el CETME, dentro de esta poesía tan preciosa, la juventud ya perdida, el servicio militar, en mi caso en el año 1976.
    Saludos

    • Alberto Escobar

      Será poesía porque pretende la belleza pero a bote pronto me ha parecido como si hablara solo, conmigo mismo, cuando alguien que pasara a mi lado, viéndome en pleno discurso, pensara sobre mi locuta de atar. Yo la hice entre 1994 y 1995 con 25 añitos.



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