EL VIEJO BARRIO (relato)

Carlos Bequer (seudonimo)

 

El Viejo Barrio




Cuando llegamos a el procedente de aquel refugio llamado "La conchuela" dónde se alojaron tantas familias que llegaban de las antiguas casas de vecinos o corrales que fueron declarados en ruinas en la década de los 70; me pareció que llegábamos a otro mundo.

Acostumbrados a las estrecheces de aquel refugio con dos habitaciones y un salón pequeño-que ya nos parecía amplio- con la sola habitación donde nos hacinábamos 9 personas que componía nuestra familia, en aquella vieja casa de vecinos-; ese piso nuevo, en una barriada estrenada nos pareció... el paraíso.

Trece años contaba yo por entonces. Mientras continuaba en la escuela, me dio tiempo de explorar el barrio y sus alrededores con los amigos.
Allí tuve mis primeros tanteos con chicas, el primer desamor.
Mi primer trabajo a los 14 años transcurrió hasta los 19 años que me alisté a la BRIPAC.
En los permisos llegaba con el petate a cuestas y vislumbraba con alegría las torres de diez plantas dónde me esperaban mis padres y hermanos.

En uno de esos permisos comencé a salir con mi mujer, nos hicimos novios paseando después de licenciarme por esas calles de los alrededores, sentándonos en los bancos de los parques a charlar de nuestras cosas; nos íbamos con el calor a los cines de verano de barrio, dónde se quedó prendido el recuerdo afectivo.

Las cruces de mayo. Sus calles se llenaban de esas velas donde el olor a sardinas asadas se expandían por los alrededores, mientras en el escenario se sucedían las actuaciones y bailes. Los portales se engalanaban y se premiaba al mejor adornado, mientras los vecinos en el portal bajaban mesas, sillas y se compartía comida y bebida.

Nos casamos, casi sin darnos cuenta, el barrio cambiaba poco a poco...
Los bancos de los parques desaparecieron porque niñatos con litronas los ocupaban y molestaban a los vecinos, que ya no se sentaban en él.

Los cines de verano... dejaron de estar y se perdieron en el recuerdo.
Las velás ya no se celebran, ni se engalanan los portales en las cruces de mayo.

Cuando pasamos por nuestro viejo barrio, una sensación leve, pero patente de tristeza nos embarga al contemplar que ya no es lo que era... ¡Que todo ha cambiado en el tiempo, ¡para peor! Y eso unido con la tristeza de saber que entre sus calles... nuestros padres ya no están, no podemos volver a cruzar sus calles para visitarlos.

¿Acaso todo tiene que cambiar para peor? Sus calles están quizás más limpias, más modernas... ¡Pero sin el calor de antes! ¡No se ven gentes sentadas en los bancos de antaño, charlando a la luz del atardecer.

¿Me estoy haciendo mayor? ¿Hablo como una persona mayor? ¡¡no sé!!
Pero si sé, que lo que estoy contando es la realidad de ese viejo barrio donde pasé mi adolescencia, me marché a la BRIPAC,me case, tuve a mis hijos y... ¡Que ya no es lo que era!.

 

  • Autor: Carlos bequer (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 24 de diciembre de 2023 a las 08:29
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 4
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