AL MAESTRO AMIGO JOSÉ MANUEL CASTELLANO GIL

En el camino de la despedida, José Manuel Castellano Gil, maestro y amigo, nos sumergimos en la melancolía de tu partida, pero también celebramos el fulgor de tu legado. Tu labor incansable en la promoción cultural y la democratización del conocimiento ha dejado huellas imborrables en el corazón de quienes tuvimos el privilegio de cruzar caminos contigo.

 

La mano generosa que se extendió como faro luminoso, guiándonos por senderos de arte y sabiduría, siempre será recordada con gratitud. Bajo la bendición del Dios Todopoderoso, agradecemos el encuentro que nos permitió estrechar las manos de un caballero ejemplar, cuyos abrazos sinceros fueron faro y guía en nuestro propio viaje.

 

Tu sabiduría, como manantial inagotable, nutrió nuestras mentes y corazones. Fuiste depositario de bondad inestimable, compartiendo risas y alentando sueños. Recordamos con emoción tus palabras de aliento cuando las fuerzas flaqueaban, y nos sumergimos en la gratitud por cada gesto, cada enseñanza que esculpió nuestras almas.

 

Cuando expresé mi deseo de ser como tú cuando fuera grande, no era solo una aspiración, sino el reconocimiento de tu apoyo incondicional. Gracias a ti, el anhelo de publicar libros, de hacer tangibles los pensamientos de los jóvenes, se convirtió en realidad. Tus pasos fueron luz en el sendero hacia el sueño alcanzado.

 

Te llevas contigo mi gratitud, pero también llevas mis letras y sueños al Reino del Arte, donde tu influencia perdurará como un legado eterno. Vuelas, querido amigo, hacia lo más alto, entre risas de niños, suspiros de jóvenes y la admiración de adultos a quienes amaste y guiaste con dedicación y pasión.

 

En la memoria quedan los momentos compartidos, como el sabor del café en San Sebastián, símbolo tangible de la conexión que tejiste con cada uno de nosotros. Hasta siempre, maestro amigo, tu esencia se eleva con las risas de quienes fuiste maestro y guía. Tu partida deja un vacío, pero también una inspiración eterna para seguir cultivando la semilla que plantaste en cada uno de nosotros.