Y se hizo realidad

el brujo de letziaga

Y me llegó la noche, la noche más sombría,
la víctima con la muerte, y su tiranía,
y me dejé oír que ya fenecía, lo dije con osadía,
al perder mi humanidad, que ya se veía...

 

Mi labio moribundo repetía,
con su fatídico semblante, lleno de angustia,
que al infierno no quería,
si no tomar una cadena que del cielo suspendía...

 

Así envié un grito a la distancia,
a un Dios de libertad y esperanza, a su justicia,
a su corazón de dulce poesía,
el cual me abría su morada, entre palmas y victoria...

 

Y se hizo realidad, verle en su gloria,
en su espacio de amor, un bello sol de armonía,
que me ofreció su misericordia,
cuando la Inmaculada con su pureza me sonreía...

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