La penumbra del deseo.

En la quietud de la noche, en la penumbra del deseo,

se encuentran nuestros cuerpos, en un abrazo anhelado,

tu piel suave y cálida, mi cuerpo tembloroso,

en un vaivén de caricias, descubriendo el paraíso.

 

Tus labios incandescentes, buscan los míos con ansia,

se entrelazan en un beso, ardiente como la llama,

mis manos viajan sin prisa, por tu cuerpo sin mapa,

descubriendo cada rincón, cada curva que te ama.

 

Tus senos erguidos y firmes, en mis manos encajan,

mientras tus gemidos leves, inundan la estancia,

un suspiro escapa de tus labios entreabiertos,

mientras mi lengua juguetea, en busca de tus secretos.

 

Tu vagina sudada se convierte en el centro del universo,

mi lengua y mis dedos la exploran sin reverso,

te escucho gemir y suspirar de puro placer,

mientras entre suspiros te hago estremecer.

 

Mis labios se unen a tu clítoris, lo besan y lamen,

te llevan al borde del éxtasis,

al punto del frenesí,

tu cuerpo se contorsiona, pidiendo más y más,

y juntos alcanzamos el clímax, el punto final.

 

En la calma del silencio, en el brillo de nuestros ojos,

nos abrazamos extasiados, en un éxtasis glorioso,

en ese momento perfecto, nos fundimos en un solo ser,

enredados en la pasión, sin saber qué va a suceder.