Conocí alguna vez a una mujer con alas propias,
que vestía su piel con una pesada armadura
pero que no le impedía volar.
Era una mujer sin límites y sin fronteras,
las que solo era marcadas por sus sueños
y todos los hombres que conoció.
Era tan perfecta que, cuando hacía el amor
recitaba poemas envuelta en llamas,
tan era perfecta que, tuve la suerte de amarla.
Era hechizo y llanto, fuego y cenizas,
restos de antiguos amores vivían en esa mujer poeta,
con un alma que la obligada a zarpar antes de enamorarse.
Son esas mujeres que dejan restos de su piel turista en nuestra piel,
restos que vivirán como tatuajes indelebles en nuestras vidas,
y que pertenecen a la cofradía de las que secuestran astillas de nuestra alma.
- Autor: maximo nicola ( Offline)
- Publicado: 6 de octubre de 2023 a las 02:31
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 9
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., Omaris Redman, alicia perez hernandez.
Comentarios1
VERSOS INMENSAMENTE BELLOS
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