Bajo el velo de seducción ardiente.

En el rincón secreto de mi ser ardiente,
se aviva el deseo, la pasión latente.
La lujuria danza en cada pensamiento,
y el ansia de placer se va haciendo viento.

Es en tu ropa interior donde encuentro,
el fuego que enciende mi cuerpo y mi centro.
Es la prenda que habita con tanta belleza,
y en mi mente invoca locura e incerteza.

Cada vez que la toco, siento el palpitar,
de la pasión que ansía, sin poder callar.
El tejido suave, que acaricia mi piel,
me envuelve en un éxtasis, difícil de creer.

Me sumerjo en tus prendas, como en un hechizo,
enamorando mis sentidos, mi cuerpo es suizo.
La forma en que se ajusta, como una segunda piel,
me hace vibrar al sentir su dulce querer.

En cada curva y pliegue, se esconde el pecado,
y mi ser se agita, enamorado y privado.
De aquel aroma que en tu ser se deposita,
y en mi ser despierta, la pasión infinita.

Es en tu ropa interior, donde me pierdo,
el deseo y la fantasía, hacen su nido.
Y en cada movimiento, en cada tacto sutil,
descubro un nuevo nivel de aquel gozo febril.

Así, me entrego a la atracción de tu lencería,
donde el deseo impera, sin ninguna porfía.
Y aunque sólo sea una sombra de tu ser,
mi amor por tu prenda no puedo contener.

En cada ocasión que uso tu ropa interior,
siento la unión de nuestros seres en fusión.
El éxtasis nos une, en un placer infinito,
y en el fuego de la pasión, nos perdemos, maldito.

Es en esa prenda donde te siento más mía,
donde nuestro amor se celebra cada día.
Tu ropa interior es el lazo que nos une,
y en cada encuentro, en cada acto, retune.

En cada susurro, cada mordida y caricia,
en cada suspiro, perdidos en la delicia.
En la atracción sexual que nos consume,
mi amor por tu prenda no hay quien lo responda.

Así, en mi mente y en la intimidad,
tus prendas son la cúspide de mi libertad.
Encendiendo la pasión, en cada movimiento,
haciéndome tuyo, de forma fiel y sin tormento.