Sonetos

Azul de cianuro

El amor y las estaciones 4 sonetos alejandrinos con acentuación 3,6 por hemistiquio, en orden de estaciones es primavera, verano, otoño e invierno. 
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Soneto 1.
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El amor cuando nace es feraz primavera,
sus primores ensalzan los sentidos con besos
que florecen ahítos de latidos traviesos, 
cual los higos de almíbar cuando brota la higuera.
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Y las aves con trinos al surcar la pradera
sus preludios pronuncian vueltos flor y embelesos, 
los amores germinan de los gestos confesos
como sotos frondosos que el amor nos cediera.

Con la orquídea luce el jardín sus encantos, 
se devela el secreto de la magia divina
que confiere al amor ese vuelo elegante.

Entre dalias, rosales, un clavel y amarantos
el amor inocente sin razón se encamina
al compás musical del cariño constante.
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Soneto 2.
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El amor y el verano son brillantes faroles
que te alumbran la vida, cuando llega el verano
el calor nos abraza y el amor y su arcano
nos calcina la piel como fúlgidos soles.
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Al mirar golondrinas en el cielo y sus crisoles
donde cómplice baña el arroyo serrano 
al suspiro que nace del cariño temprano
cada gesto concibe que entre rayos te inmoles
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El verano de mármol que despunta en enero
nos secuestra en sus ocres con la grácil amapola
que perfuma de prisa el verdor del sendero
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Del azur de la mar la vivaz caracola
al rumor del verano y de amor verdadero
prensa el nácar de seda con la espuma y la ola.
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Soneto 3.
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El otoño aproxima la tristeza, la muerte, 
el dolor, la desgracia; se alertarga el amor
añorando el oxígeno que se vuelve vapor, 
cual las hojas caídas queda el pálpito inerte.
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La galerna arremete con su látigo fuerte
al amor enjaulado, le silencia el clamor, 
el otoño azabache solo trae pavor, 
su feroz aguijón siempre logra dolerte.
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El castillo de sueños se derrumba de prisa, 
las palabras se esfuman, se marchita el idilio
y la sombra lejana al otoño desnuda.
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Se diluye el amor que se lleva la brisa, 
la pasión nos reclama sutileza y auxilio;
cuando acaba el amor solo queda la duda.
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Soneto 4
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El invierno de blanco significa el final, 
cuando el luto se prensa al destino hecho pena, 
entre grises y negros se nos vuelve condena
convivir sin amar;  sabe a ácido y sal.
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El conjuro se quiebra como un frágil cristal, 
soledad y vacío constituyen la escena
que el invierno nos deja con su calma serena, 
el amor se hace frío con la nieve y su albar.
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Un carámbano axfixia la pasión y el deseo, 
y el canoro nival con heladas inmensas 
nos congela al instante con su dócil jadeo.
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Las heladas de blanco puden ser algo intensas
con el frío detiene el amor su aleteo
se contrae sin fuerza al quedar sin defensas.
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Azul de cianuro.

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Comentarios1

  • Omaris Redman

    Muy bonitos tus sonetos alusivos a las estaciones, saludos cordiales,



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