LA GOTA

Lourdes Aguilar


AVISO DE AUSENCIA DE Lourdes Aguilar
En cada oportunidad que se presente estaré con ustedes
Mientras haya vida habrá poesía

Me caí de una nube un día de tormenta, recuerdo la oscuridad, las calles sucias y desiertas, los perros famélicos y los vagabundos arropados con plásticos sobre cartones mientras se formaban riachuelos arrastrando mugre y basura, qué tristeza era la de haber dejado las alturas para encontrar tan patético el vertiginoso descenso, éramos incontables pero cada unidad se mantuvo ajena a esas millones de gotas que también cayeron, las recuerdo gritando de miedo a algunas, otras riendo, otras más en silencio, como yo inseguras antes de romperse en los techos, en el pavimento, yo tuve la dicha de ser recibida sobre el pétalo de una rosa recién abierta, qué suerte la mía cuando es tan infinito el espacio, la rosa se mecía de gusto ante nuestro tropel, yo permanecí íntegra todavía, expandiendo en cada átomo su preciado aroma, percibía la respiración que exhalaban los insectos, las plantas, las casas, era de noche y nuestra transparencia la acrecentaba, la gente caminaba presurosa con el ceño fruncido, tal vez por problemas que venimos a agrandar con nuestra humedad. En un instante tuve que ceder mi cómodo espacio a otras y resbalé, empujada por las milésimas fracciones de quienes ya se habían amalgamado, resbalaba por el tallo, por las espinas, luego a las hojas y finalmente al suelo, qué intenso se va el verde de las hojas cuando recién las recorrimos, qué perfume tan agradable el de aquélla rosa después de haber abandonado sus pétalos, la tierra por donde pasamos también desprendió un olor particular, por aquí y por allá las ranas celebraban escandalosamente nuestra presencia, millones de gotas fueron absorbidas, millones fuimos desplazadas sobre el rígido pavimento, en tropel salimos del jardín hacia la calle, ahí nos unimos a otras millones que arrastraban consigo innumerables objetos, en el camino había gente que maldecía nuestra presencia, máquinas varadas, había rendijas en el suelo por donde caímos, entonces recorrimos los subterráneos, donde habitaban bichos y alimañas, que eran en muchos sentidos menos escandalosos que los de la superficie; así fuimos lavando y manchándonos no solo de la rica tierra sino de substancias malolientes que era necesario procesar, en nuestro recorrido muchas de esas substancias se disolvieron y quedaron adheridas a las rocas y a las raíces convertidas ya en nutrientes o con químicos cuya peligrosidad esparcíamos, esa era nuestra función pero he de reconocer que volvemos una y otra vez y cada vez es más difícil disolver ese tipo de substancias, cada vez en mayor cantidad y toxicidad que enferman y matan a organismos que ninguna responsabilidad tuvieron en su producción.

  Nuestro camino es muy largo y el ciclo se repite cuando salimos a la superficie para admirar nuevamente el cielo azul con su brillante disco en las alturas o si es de noche sus interminables lamparitas, mientras estamos juntos, contenidos en grandes mares o lagos nos mueven las corrientes del mundo que se balancea como el vaivén de una gran pecera, criaturas minúsculas y enormes nos palean con sus extremidades y aletas, en algunos tramos corremos imparables hasta despeñarnos en caídas tan largas formando maravillosas cascadas hasta perder masa y volvemos a ser otra vez unidades tan minúsculas como cuando estábamos en las alturas, entonces millones se desvían absorbidas por el aliento del ecosistema de alrededor, otras volvemos a ser la masa compacta de agua que continúa su camino hacia el gran cuerpo que cubre nuestro mundo, nos mueven manos invisibles, a veces para golpear contra acantilados, a veces para remojar las arenas de las playas, otras para bajar hasta las profundidades oscuras e informar a sus criaturas lo que están haciendo en la superficie, nuestra labor es así, somos un conjunto dividido en cuerpos que interactúan para que todo funcione de acuerdo al plan cósmico, hacemos nuestra parte y al ver cómo se nos complica nos preguntamos si los demás todavía están haciendo la suya.

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Comentarios1

  • Lourdes Aguilar

    Muchas gracias Francsico, me alegra que lo disfrutes



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