3 Bohemias, 3 Guinness

H. Cisneros

En ansiosa y circular caminata de habitación he pronunciado ABC de Marías,
me surgen remembranzas al contemplar la creación de aquella pintura de Poe.
Me he sonrojado al probar las notas de nuez y café, con un cuerpo de buen sabor,
que me deja indeciso al recordar las pieles que alguna vez bebí a sorbos y tragos.
Quédate, la noche es efímera y solo es el primer trago.

 

Su alarde y la burla me llevó a la cama, entre poesías rotas y cigarros,
escribía en alemán sus frases románticas con mi máquina de escribir.
Si Burzum mató a Mayhem, la almohada en mi cara y su cuerpo sobre el mío
disimuló la obvia intención de una felación y sumisa desnudez, vendando mis ojos.
Dime director... ¿Qué escena oscura y destructiva deseas hacer contigo?
Si el demonio toca la puerta, ignora sus celos y tócame para que tus manos no me olviden.

Su suave sabor y temperatura me dejó deseoso, mas la fugaz despedida fue evidente que no pude degustar con entero vigor.

 

Su confianza y mi respeto, compartieron abrazos, tragos y fines de semana.
Nunca pude leer su mirada de inocencia, ni su escote, piernas o indirectas.
Sus pechos contra el mío y la calidez de la piel con su corazón acelerado,
nos inspiraba en una sincronización para alterar nuestras mentes, con ideas dementes.
Las demencias y las risas, nos dio plenitud en los silencios y en la soledad compartida.
Mi impertinencia bajo sustancias nocivas te pertenece, mi fiel compañero de LSD.

El dulce sabor de satisfacción compartido, me ha complacido con la risa, un trago que he de disfrutar siempre que se dé la oportunidad.

 

La adoración a la muerte fue más respetable que la intención de su busto pronunciado.
Deleitado ante su blanca tez y baja estatura, su vulgar voz merecía replantear.
Seduciendo y blasfemando, percibía la imponencia de mi palabra y mi fino gusto,
que prescindió a la tercera hora, y en el insulto, frotó su blanco pecho en mi espalda.
Guiada con un indecente gusto por la mediocridad e ilusión de adrenalina bélica.
Cuan caliente trago amargo, susurraba con arrogancia su erróneo valor de aura.
Sabes como soy... Bésame, te daré el gusto de probarme.

Los altos temples arruinan el paladar de exquisito encanto, deleite desperdiciado con fe de salvación a una gélida lujuria.

 

Besos disfrazados y deseos misteriosos, ridícula confusión entre el café y chocolate,
templado o álgido. Su piel insensible encandece la mía con tímidas sabanas vírgenes.
La indiferencia de su dualidad me trastornaba las sanas papilas mentales.
Su hastió y mi apatía estremecieron nuestros labios, dejándonos a mitad de un asombro.
Su deseo sucumbió a mi suficiente frenesí, pero mi ira a su injusticia concedió insatisfacción.
Puedo dejar que me tomen por completo y con indignación culparte por mi accesibilidad.

Es el gozo neutral que aviva mi exaltación por el toque indiferente entre la sobriedad y la embriaguez, un capricho melancólico que sé que puedo volver a tener.

 

El acuerdo alterado entre la intimidad y la compostura, evoco perversas fantasías.
El placer enfocado y el complaciente afecto, descaró posturas extasiadas y besos frenéticos. La lujuria suspendida en la responsable faceta iniciaba la guerra promiscua moral. Su dichoso sabor a chocolate amargo me obsesiona con fervor inaudito escurriendo mi fluido. Mi embriaguez la escucha con atención y mi sabia lengua invoca su obscena empatía.
Nunca perteneceremos al otro y nunca romperé mi contrato de ser tu esclava.

La peculiar osadía de sucumbir al sublime estado estupefaciente, despierta en mi alma la oscura adicción al prohibido elixir de la debilidad.

 

El cese destructivo, la templanza afectiva y la euforia, embeleso mis ojos con los suyos.
Su aura angelical y su libido demoniaco me envolvió en el misterio más fascinante.
Sorbos auténticos regentes de amor y tragos admirables con esencia de luz y pasión.
Su magnificencia intimido mi translucida fragancia y transmuto mi psique y filosofía,
mas su visión incompartible con mi deseo me replanteó el solitario recorrido de virtud.
Te amo pero nuestros caminos son diferentes, ambos estamos destinados a la grandeza.

La señal en las nubes y la intuición del corazón no puede evitar seguir armonizando con las aves. Ya no es la embriaguez de Guinness o la bohemia del aire con mi canto, es el invierno y mi vela inextinguible siguiendo su paso.

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