Una mirada al tiempo

Ore

 

 

Esta tarde la he dedicado a patear

las despobladas calles de mi pueblo,

acompañado por un buen atardecer,

y todo está como siempre, el Otoño.

Sólo que el tiempo lo ha colonizado todo

Con su desvalido manto de tristeza.

Nada se ha alterado, ni sus casas

pálidas

ni sus vetustos portalones de madera.

Todo está en su sitio, las cigueñas

en la torre más alta de la iglesia,

hasta en la propias sombras recuerdo

las singulares y plácidas vivencias

de hechos memorables

Que presenció mi niñez primera.

Hay algo que me dice

Que la vida no es más que un sueño

una insignificante nube pasajera.

Como todo esta en sisilencio

mis emociones fortalecieron recuerdos,

como si de repente hubiera tomado un

nootrópico

llegaron uno tras otro, en marejada muda:

Al aprisco volvían las ovejas.

Al campanario, a cada son

dejaba caer a intervalos regulares

bandadas de tordos que durante un

instante

daban vueltas chillando como si las

viejas piedras

que los dejan retozar sin verlos,

al parecer se hubieran tornado

de pronto inhabitables

Recordé La Jara, conté los arboles

pasé frente a la casa del molino

Me detuve delante de una tienda, 

su olor siempre  el mismo.

Siempre bajo la misma luna,

entre el río de infancia y el de ahora

No encuentro ninguna diferencia

A esta distancia me detengo

y siento que me envuelve

el sublime olor de las violetas

Que mi querida abuela cultivaba

para tratar el catarro y la pena.

Ha pasado tiempo desde entonces

no sabría asegurarlo con certeza

cuándo tornaba de vuelta de la escuela

¡Sólo que el tiempo lo ha colapsado todo!

como una súbita y violenta tormenta.

Ore

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