Occazuz

H. Cisneros



Me encanta el éxtasis que la noche trae consigo, divago por la ventana sin escuchar la conversación, pero la adrenalina de no saber qué demonios pasará siempre me atrapa.

− ¡Hey, Ángel! Parece que llegamos. –Dijo John tras codearme.

Al salir del auto, un tipo vomito cerca de la entrada, el lugar está infestado de alcohólicos. La casa es enorme, aún está en obra gris, ubicada lejos de la ciudad en una tétrica esquina donde hay construcciones a medias, y que más allá solo hay un páramo de hierbas secas, montes y oscuridad. Entramos directamente por el patio, pero hay una estampida de ebrios recogiendo pastillas del suelo, como si fuera un Serengueti. Hay chicas en traje de baño dentro y fuera de la piscina y un jodido DJ de música psytrance. ¡Vaya! Parece que será una gran fiesta. Hoy solo quiero beber y bailar sinceramente.

−No me jodas. ¿No es la chica que te hizo un oral en un estacionamiento? −Preguntó John.
− ¿Qué importa? Quiero beber cerveza.
−Llevamos un par de horas bebiendo, ya se está acabando.
−Deberíamos ir por más
−Si quieres ve tú, yo aquí te espero.

John se acercó a una de las mesas para sacar conversación con el fin de conseguir un par de cervezas mientras yo salí a comprarlas, parece que la suerte está de mi lado, el deposito está justo en frente de la fiesta. La calle no está pavimentada, y las hojas que pasan con el viento me hacen sentir en el lejano oeste.
Ese lugar, de no ser por las hieleras y la fila de gente, no pensaría que venden cerveza…
De un momento a otro, sentí un temblor que me sacudió por completo dándome la sensación de caer.

¿Qué carajos fue eso?

Me invadió un terrible escalofrió y mi corazón no deja de palpitar con fuerza. No sé qué es lo que pasó, pero al parecer nadie se ha percatado del temblor… ¡Ah! ¿Qué importa?
Hice fila para comprar y estoy hasta el final de la línea. Hay unas chicas desnudas esperando también, pero al mirar las construcciones del alrededor llamó mi atención una en específico que no distinguí bien al llegar. Tiene una barda y parece estar terminada, pero todo sigue estando sin pintar y sin detallar, lo más extraño es que tiene un estilo antiguo, como si fuera de la época del barroco. No sé si está abandonada pero la energía que emana de ahí se siente tan pesada que siento que es mejor no voltear a ver. Sin embargo, por alguna razón, mis oídos empezaron a taparse al escuchar las vibraciones de un cuenco, pero con una clase de distorsión convertida en eco, volteé de nuevo a la iglesia y alcance a escuchar una voz ligera y difuminada, como cuando escuchas a alguien al momento de desmayarte, que después se hace más y más fuerte, al principio eran risas con una clase de rezo, pero son como cánticos en una lengua desconocida, tal vez es latín o arameo.

¿Quién demonios canta así, en esa iglesia, a esta hora?

Quienes estamos en la fila no pasamos desapercibidos aquellos cantos extraños, por lo que todos voltearon hacia la iglesia mientras avanzamos en la línea. Siento un poco de temor y adrenalina de solo pensar quien es el hijo de puta que tiene esas canciones dentro de la iglesia, o quiénes son los que cantan. Luego de eso, sentí una mirada extraña que me hizo voltear hacia la casa donde está la fiesta… Hay una chica observándome desde la entrada de la casa, apenas distingo que tiene cabello negro y un vestido blanco, creo que es la chica que menciono John antes. Avanzó de nuevo la fila y con ello un temblor aún más estruendoso que el anterior, esta vez todos pudieron sentirlo.

− ¿Qué putas está pasando? –Espetó un chico de la fila.
− ¡Corran hacia la casa! –Gritó una chica.
− ¡No! Cúbranse.

En ese instante la maldita iglesia colapso, y de ella salió una sombra espectral alzándose tan alto que provocó el grito de todos los que hacemos fila, y antes de que alguien siquiera pudiera moverse, llovió tierra y escombro que golpeo a varias personas dejándolas inconscientes.
Al voltear lo vi... Una extraña creatura descomunal y demoníaca emergiendo estúpidamente sin sentido alguno, como un puto ciempiés o algo parecido, de color marrón con tonalidades azules, dos grandes tenazas manchadas de sangre y cinco malditos ojos en su espalda que me ven directamente, como si pudiera contemplar la profundidad de mi ser. Cuando terminó de salir, escuché la risa con la resonancia más sombría y aberrante, dándome la alucinación de muerte más fúnebre y nauseabunda, proviniendo de esa repulsiva abominación. La demencia y el horror conectaron en un microsegundo la idea de rendirle tributo a ese puto demonio, solo para después asesinarlo. Ni los tiroteos con masacre me habían paralizado tanto como sus asquerosos ojos viéndome fijamente.

− ¡Corre! –Gritó una chica al estirarme la camisa.

Estoy asquerosamente impregnado de temor, estupefacto y con mi corazón latiendo a más de doscientos por segundo. Mi recuerdo de que John aún sigue en aquella fiesta hizo que pudiera mover las piernas para salir corriendo, pero en el momento en que mi mirada se desvió del ciempiés, se lanzó ferozmente hacia mí. Corrí lo más rápido que pude, apenas y puedo contener mis ganas de gritar como un demente gracias al miedo que siento, pero la angustia que evolucionó a un horror más profundo, fue que antes de lanzarme por la ventana para entrar a la casa, vi a la chica del vestido blanco inmutada ante la bestia, siguiéndome con la mirada.

*****

El corazón me late a mil, esa pastilla que la chica me pasó mientras la besaba comienza a hacerme efecto. He estado bebiendo el whiskey y la cerveza que teníamos que casi me pongo ebrio de no ser por ese beso frenético. Ángel decidió ir por más cerveza y yo solo vine con este grupito a robarles un par de tragos… Me siento un poco mal por dejarlo solo, debí acompañarlo, en vez de quedarme aquí a escuchar a este idiota. Me da un poco de risa como este tipo intenta jugar al pseudo intelectual pronunciando erróneamente la citación del apocalipsis, solo para impresionar a las chicas que lo ven desconcertadas.

−Vi emerger a una bestia del mar con siete cabezas y en las cabezas tenía diez cuernos, y en su frente el nombre de blasfemia. Y adoraban a la bestia diciendo ¿Quién es como la bestia? ¿Y quién podría lidiar contra ella?
−Tal vez Hitler o el padre Maciel. –Respondí en tono de burla.

Voltearon a verme y la chica pelirroja se rió. Desvié la mirada y vi salir hacia el deposito a esa chica que le hizo una felación a Ángel. De las escaleras vienen bajando dos chicas desnudas con una máscara similar al del fantasma de la opera con correas puestas y otra chica vestida de vaquera sujetando las correas. En lo que parece ser la cocina de la casa, hay un pequeño círculo donde hay dos chicos peleando y gritan sus nombres animándolos para ganar la apuesta. Afuera en el patio, el DJ sigue poniendo música electrónica mientras bailan. Parece como si cada uno estuviera en su mundo.
Tuve una sensación de mareo y la chica pelirroja me sujeto del brazo y me sentó con ella

−Me llamo Isabel ¿Cuál es tu nombre?
−Soy John, mucho gusto. –Dije estrechando su mano.

Luego de sentarme el tipo pseudo intelectual, sacó unas cartas de póker y me propuso una doble apuesta. Mil pesos si el peleador que elija gana y otros mil si el pierde la mano de póker. Parece que la suerte está de mi lado. Isabel volteo a verme y tocó mi pierna muy cerca de la ingle, en ese momento supe que tengo que ganar esos dos mil pesos.

−Si sacas una flor imperial dejare que hagas lo que quieras con la mía. –Susurró.

Sonreí y volteé a otra de las paredes de la casa y noté un cuadro hecho con lápiz o simplemente carbón. Es un dibujo de unas casas antiguas descendiendo de una colina con un camino hecho de piedra entre ellas, tiene una tormenta en el cielo, pero lo más espeluznante, es la muerte dibujada con la nitidez y precisión exacta que te hace sentir que te está observando desde dentro del dibujo, como una mirada de soslayo.
Después de eso, escuché un sonido extraño, como una clase de vibración distorsionada. El tipo repartió las cartas y solo alcancé a notar el as de picas. Volteé a la cocina y vi que el chico de camisa roja al que elegí, está de rodillas mientras el de camisa blanca se levanta de nuevo. La mirada del idiota se ve muy segura de ganar y antes de que nos levantáramos de la silla para animarlos a ganar, escuche el sonido de un cristal romperse. Isabel me besó por sorpresa y me clavó esa mirada que lo dice todo. Mi mano aún no la he revelado y por alguna razón las chicas desnudas y con correa me contemplan profundamente sentadas como si fueran canes, y al dirigir mis ojos hacia el dibujo, la muerte está aún más cerca… El idiota soltó una carcajada, distrayéndome, y de pronto Ángel me tomó del brazo con una fuerza brutal, apenas iba a quejarme cuando vi sus ojos dilatados y su cara pálida, llena de horror.

*****

Cualquier pedazo de vidrio incrustado en mi piel o laceración provocada al entrar por la ventana, fueron insignificantes ante la extrema adrenalina que mi cuerpo experimenta.
La intimidación que siento por alguna razón ha agudizado mis reflejos y sentidos.
Los olores y los sonidos los percibo al segundo, igual que las imágenes que mis ojos filtran con lentitud como si fueran fotogramas. Cuando mi espalda tocó el suelo, vi a mi alrededor, pero nadie se ha dado cuenta de lo que pasa afuera, todo sigue normal aquí. Alcé mi mirada para confirmar si realmente todo está pasando, y de pronto, un chico que corre es alcanzado y destazado con velocidad. La piel e intestinos siendo cortados y perforados por los mismos huesos dieron nacimiento a un sonido que jamás olvidare, como una clase de crujido viscoso, nunca había pensado en lo rápido que las vísceras se desprenden del cuerpo. Me dan ganas de llorar del agobiante malestar que me provoca. Creí que no era posible, pero una explosión ridícula de sangre se diseminó cuando devoró a una chica desde el tórax, como si un solo corte fuera suficiente para estallar toda la sangre del organismo, salpicando a su vez a quienes intentan correr, pero todos son exterminados de manera simple pavimentando un sendero de amputaciones sanguinarias. Me percaté de los brazos y piernas mutiladas, pues seguían moviéndose como si aún estuvieran conectados a la consciencia de su cuerpo en un último reflejo por vivir. Irónicamente, por alguna razón llegaron aves carroñeras aprovechando descaradamente comer el festín digestivo que la bestia deja a su paso…. Aún escucho los gemidos de muerte de quienes sienten el efímero horror y dolor extremo en segundos eternos.
Pude ver y entender como el miedo de ver la sangre y la masacre produce la sordera de quienes aún viven, pero ya sin ningún remedio, paralizados. No sé si el fétido y repugnante olor proviene de la sangre o de la bestia, pero sin ser suficiente el ver los intestinos y el vómito de los asesinados, esa maldita pestilencia desagradable como de heces oscuras con sangre podrida empieza a persistir en mi nariz. Mi cuerpo atónito sigue observando en cuestión de segundos, a los otros que solo cayeron en una demencia instantánea ante la incomprensión de la situación, riendo a carcajadas esperando su aniquilación. Una chica dio el grito más gutural que jamás haya escuchado expresando la furia por tener miedo, y cuando la bestia la mutilo, sus manos intentaron sostenerlo con la rabia de odio sangriento que le queda.
Paralelamente, se infiltra el nefasto olor a cigarrillo que me parece más agradable y conveniente, mi mente nubla mi vista para no recordar las caras deformadas de las chicas desnudas. Al levantarme, busco desesperadamente a John entre la multitud y veo que está gritando emocionado viendo una estúpida pelea, jugando póker y bebiendo como si nada. Choco con algunas personas mientras me acerco para tomarlo del brazo e irnos al carajo de este lugar.

*****

−Espera. ¿Qué te pasa?
−Vámonos al carajo de aquí. –Dijo Ángel horrorizado.
− ¿De qué hablas? Estoy tomando cerveza y apostando. No podemos irnos. ¿Qué tienes?
−Deja esa mierda, salgamos por la parte de atrás.

Puedo ver en sus ojos como los segundos le causan una ansiedad abrumadora. No entiendo que le pasó allá afuera, pero definitivamente está asustado como nunca antes lo vi. Me intriga su reacción anormal, necesito calmarlo antes de que haga algo es…
El impacto que derrumbo la pared de la entrada y el rugido amenazante, me robo el aliento. Instintivamente la alteración de mis sentidos gritó su supervivencia a lo irreal trayendo consigo un frenesí que me impulsa a escapar, pero me siento tan perturbado de solo ver como Ángel observa a la bestia, que es como un ciempiés, y la masacre sangrienta detrás de ella. No sé porque percibo todo con lentitud, pero por un momento sufrí la asquerosa alucinación de ver gusanos saliendo de los ojos de los que están muertos y otros de su cuerpo podrido, como si viera el futuro tras regresar a ver la mórbida matanza.
La visión de las lágrimas y saliva que secretan en exceso los cadáveres, me somete a una inevitable amargura y desamparo, sobre todo cuando Isabel corrió hacia las escaleras y la bestia la partió por la mitad, dejándome escuchar el crujido de su cuerpo que apenas y pude tocar. Mi pánico y sugestión no me dejan diferenciar la realidad. Mi mente intenta descubrir si la bestia se alimenta de la sangre y carne humana o solo del terror de la misma. La locura en mi miedo más profundo me recuerda que el adrenocromo es sacado de la sangre con adrenalina oxidada tras torturar un cuerpo vivo. Pues estoy convencido de haber visto hilos de sangre yendo hacia la bestia, pero también hilos color morado.
La bestia comenzó a tragarse a las personas que están dentro de la casa, arrasando sádicamente con las chicas desnudas con mascara. Ángel me tomó del brazo y corrió hacia el patio, la música se ha detenido por completo y los gritos se expandieron al unísono con una inaudita y despreciable violencia, haciendo que todos corrieran sin dirección para salvar su vida.

*****

Esto es mucho peor de lo que imaginé, yo no salí de casa para esto. Tengo que convencer a este idiota de salir de aquí de una vez, antes de que nos trague esa cosa. El alcohol y las chicas ya no importan en este momento. Solo quiero huir ya y no volver a ver más cadáveres… ¡Maldita sea, está aquí! Tengo que arrastrarlo si es posible.

*****

Me estremece la incongruencia y trastorno inmediato que la destrucción incita en la mente de las personas, la psicosis y la vesania estimularon la estúpida idea de matarse entre ellos, asumiendo que morirían de igual forma. La perversa epidemia esquizofrénica llegó al punto del canibalismo en la obscena curiosidad de probar la textura y sabor de los ojos y corazón de los muertos.

− ¡Corre! –Gritó Ángel.

Corrí tan rápido como él, esquivando el escombro y los restos intentando no resbalarme con la sangre y el alcohol derramado. Las chicas salen despavoridas de la piscina y los demás corren hacia la barda para brincarla y correr hacia el monte.

− ¡Ángel! ¿Viste los hilos? –Pregunté agitado.

Por alguna extraña razón, recogí una botella de licor, y junto con la demencia contagiada, me convencí de tomar mi encendedor, rasgar mi ropa e improvisar una bomba molotov y lanzársela a ese asqueroso demonio.

*****

Mis pulmones me arden, siento que he corrido hacia el monte Everest. Me causa vergüenza tener que huir sin ayudar a nadie más que no sea John, pero la cobardía ha activado la adrenalina de todos y sin importar el obstáculo me doy cuenta que todos logran brincar la barda con facilidad y pavor. Perdí un momento de vista a John y ahora que me pregunta estúpidamente por unos hilos, recuerdo que vi siluetas parecidas a cuerdas cerca del monstruo. Sé que puedo brincar esta barda, no importa las heridas que me haga, es mejor que morir…

− ¿Qué carajos estás haciendo, John?
−No lo sé, pero quiero que arda esa puta mierda.

Lanzarle una bomba molotov a un demonio es lo más ilógico, que me hace sentir furia y gracia a la vez. La bomba logro darle insólitamente cerca de las tenazas, pero la explosión terminó de matar a las personas del alrededor. La habilidad de John logro dar el salto al mismo tiempo que yo hacia la barda, di un último vistazo. El licor y las llamas crearon una explosión aún más grande dejándonos sentir la onda, y lo último que vi antes de tocar el suelo, fue a la chica de vestido blanco, parada viendo hacia la barda.

*****

− ¡Esto es una puta locura! ¡No me jodas! –Espetó Ángel.
− ¡Corre!

Puedo ver a lo lejos entre el monte y la oscuridad, que hay casas. Llegamos a una donde hay luz, pero no sale nadie. Encontramos una moto y no nos importó un carajo robarla.

*****

−Subamos ahora y vámonos, John. –Dije agitado

Mientras nos alejamos, sentimos un estremecimiento al ver como el colosal demonio sigue mutilando, bañado en sangre. Me pregunto ¿Cómo es que seguimos con vida?
No termino de creer que lo hemos logrado, se escuchan gritos y lamentos de gente a lo lejos, la sensación de escuchar a gente morir y ser descuartizada es inexplicable. Aprieto con fuerza el volante de la moto con la única intención de que pudiéramos ir más rápido. El corazón más allá de latir está a punto de explotar la adrenalina en mi cuerpo, me hace pensar que corriendo podría ir más rápido. No sé porque salió esa bestia aterradora y siniestra. Solo sé que cuando el techo de la iglesia se colapsó, la luz de la luna y las millones de estrellas fueron devoradas ante la solemne e inmunda figura demoniaca que se alzó por el cielo, dejándonos en una oscuridad absoluta y desoladora. Cierro los ojos y la veo, como si penetrara a través de mis ojos. Nos estamos alejando rápido, pero tengo el presentimiento de que a donde vayamos no podremos sentirnos a salvo y seguros.

  • Autor: H. Cisneros (Offline Offline)
  • Publicado: 8 de junio de 2023 a las 22:39
  • Comentario del autor sobre el poema: Basado en la pesadilla de Ángel. Escrita por SM y John Ortiz
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 12
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.