Crisantemos

Caramelo de Ricina

Caminamos por la vereda

con una primavera recién nacida

que solloza a la sombra de los naranjos. 

Nuestros reflejos veloces,

de vidriera en vidriera,

escapan del tiempo 

que finge desconocer nuestro paradero. 

Tiene la tranquilidad de saberse ganador 

y nos ofrece un par de días de ventaja como diezmo.

 

La espera subió de peso este mes.

 

Te vas 

y de camino a casa lloro con la frente apoyada en la ventanilla

porque tu ausencia 

se me mete a la fuerza en el pecho, 

y vuelvo a estirar los puntos suspensivos 

para que la distancia no te venza los brazos. 

 

Aun en tu ciudad de monumentos y homenajes,

de balcones valerosos y colonias doblegadas, 

de plazas que no olvidan, 

quiero ser la batalla que más relates, 

la victoria que más anheles

y las heridas que más beses.

 

Camino por la vereda

con una primavera joven 

riendo bajo el sol,

con el perfume de aquel ramo

cuidándome los pasos.

No me distraen las vidrieras, 

tampoco me detengo.

Es que sin tu presencia pirotécnica 

copando la Maipú

desconozco mi reflejo. 

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