Cartas al olvido

 

Cartas al olvido

No te busco, pero te encuentro. De pronto te me caes de los bolsillos y te sientas aquí a mi mesa, aunque yo no te invito. Llegas, ordenas café en taza grande, te abstraes leyendo mensajes - que no son míos - y sonríes cómplice al brillo de los escritos. Mejor dicho: Sí fueron. Fueron míos, pero ahora solo son cartas al olvido.

¿Pero, es que acaso no recuerdas que lo borraste todo en un suspiro? Un modo eficaz - según entiendo - de pretender que nunca hemos existido. ¿Hemos existido? De repente, en un destello fugaz de conciencia, alzas tu mirada infinita y me preguntas:

- ¿Qué te pasa?

Como recién venida desde un mundo en el que aún no te dijeron que morimos. Te miro, y no digo nada por cortesía. Solo escribo. Escribo más y más cartas al olvido. Lo que ocurre, quisiera decirte, es que yo no vivo en ese mundo, alma mía. Entonces me pierdo en éste, el mío. Divago, escribo en mesas de café y alucino poesía en estas cartas que, tal vez, algún día cuatro caballos marinos que crucen mis mares y tus ríos te las entreguen en mano en ese mundo tuyo, donde aún vivimos.

Yo sé, mi bien, que te imagino. Por eso no te respondo y solo escribo. Aunque por cierto, debo decir que te ves preciosa con tu cabello más largo y más renegrido. ¿Sabes? De pronto me recuerdas a un boceto de Leonardo con azabaches aguaceros lloviendo sobre tu blusa rojo martirio.

Me miras fijo y de nuevo te oigo decir que: "nadie como yo te ha querido." Y mientras lo dices, tus ojos se agrandan como dos lunas llenas entre los montes morenos de olivos.

Es que no sé como decirte que ya no existimos. Que no estamos vivos. Que solo somos líneas en estas solitarias cartas al olvido. ¿Comprenderías ésto, cáliz del cariño mío?

Pero, ¡está bien! juguemos un poco más y olvida lo que digo. Si deseas, pide otro café, que éste ya está frío.

Solo yo te miro.
Y me sonríes.

¡Y que importa! ¡Si me sonríes como nadie jamás, me ha sonreído!

 

Claudio M. López ®️