La vida no es color de rosa

Anne Black

Parte 1

Mi nombre es Paula, y todo inició en el dos mil uno, cuando tenía cinco años y era una niña llena de sueños, deseos y con muchas ganas de vivir, creía que la vida solo tenía momentos felices, dónde sólo había personas que aparentaban ser ángeles buenos y sinceros, quiénes solo hablaban de cosas alegres y bellas. Creía que todo era autentico, que aquellos cuentos que me solía leer mi madre,  no eran solo cuentos, ya que veía el mundo como una historia de fantasías. 
Como todo niño, era feliz jugando por doquier, sonreía al cielo y hablaba con mi amigo imaginario que me acompañaba en cada aventura que se presentaba al cruzar la puerta del patio; a veces el caminito de la entrada al fondo se convertía en un escenario y yo en una cantante de esas que pasan por “pasión de sábados” en un canal de la tele, otras jugaba a ser veterinaria, o una bailarina, pero mi entretenimiento favorito era cantar, alto para mis oyentes, sí, era dichosa cuando cantaba y no había nadie que me detuviera y callara cuando arrancaba. 
Unos meses mas tarde, cumplí seis años, entonces mi primer día de escuela  casi llegaba, estaba entusiasmada, le repetía a mi madre que haría muchos amigos y que era feliz… y cuando menos lo pensé el lunes llegó.
-    Primer día de escuela hija, arriba.
Mi sonrisa apareció nuevamente, y no tarde  nada en levantarme, pegue  un salto de la cama, y con ayuda de mi madre me arregle, fui hasta la cocina donde estaba el desayuno servido, me apresure a terminar porque estaba muy ansiosa y quería llegar a la escuela, estaba decidida a hacer amigos, sería amiga de toda la clase, por eso, al llegar al colegio no me note nerviosa, ni asustada, en mis ojos se notaba la alegría que me daba conocer otros chicos, tenía planeado invitarlos a tomar la leche a casa, a prestarles mis juguetes y jugar a cantar en el patio, tenía ganas de un nuevo empezar… cuando entre a mi salón, me recibieron amablemente, pero a la hora del primer recreo, algo hizo que mi sonrisa desapareciera, fue una pregunta rara y sin sentido para mí; -"Qué te paso".
Pero no respondí, simplemente porque no comprendía, sin embargo los niños en cada oportunidad que tenían seguían preguntando… y yo seguía sin interpretar.
 La hora de ir a casa había llegado, mamá me estaba esperando en la puerta, ansiosa por ver mi carita redonda iluminada, contenta porque creía que había hecho amigos, pero, esa niña, al salir no era la misma que hace unas horas atrás había entrado, su sonrisa se había opacado, y su madre la observaba y la sentía extraña, imaginó que su nena comenzaba a despertar, pero no dijo ni pregunto nada, supongo que esperaba que yo me acercara, no obstante, deje pasar unos días, sin decir nada en casa. Ni a mi madre, ni a una hermana y tampoco le conté a aquella persona con la que hablaba y jugaba durante el día, de a poco dejaba de ser esa niña risueña, esa sonrisa contagiosa que hacía sonreír a todos los que me miraban y decían que les alegraba el alma...  Llegaba a casa cada vez mas enojada, me metía a mi cuarto y de ahí no salía por horas, a mi madre se la notaba muy angustiada, no lograba prepararse para ese día,  donde su hijita por primera vez iba a verse diferente en un espejo. Y las semanas pasaron, exhausta de esa situación incómoda, molesta llegue a mi casa preguntando a los gritos:
-    Mamá, ¿qué tengo? Los chicos me preguntan “qué me paso” siempre, mamá.
Mi madre no se esperaba que llegara con esa actitud, entonces  me miro y con suaves palabras me conto que era una beba de cuatro kilos seiscientos, esto trajo dificultades a la hora de nacer, tenía doble vuelta de cordón y la única manera de salvarme era tirando de mi bracito, y al hacerlo la partera me rompió el nervio de mi brazo derecho.
-    Cuando cumpliste la mayoría de meses mi hijita querida, notábamos que no movías tu manito, gateabas ayudándote con un solo brazo, nos llamaba la atención y te llevamos al hospital, dónde naciste.  Los médicos, después de revisarte nos dijeron que ese estirón te causo una parálisis braquial, que no había nada que se pudiera a hacer para remediarlo.
Cuando termino de explicarme, no le di importancia, sonreí y al siguiente día, en la escuela supe que contestar, contenta porque creía que después de contar mi pequeña historia, haría amigos. Pero resulto todo lo contrario, no tardaron en elegirme un sobrenombre que me lastimara y me marcara desde mi infancia hasta mi adolescencia. Nadie en casa imaginaba cuánta maldad había en los niños, fueron testigos de esa pequeña que llegaba a su hogar enojada y con lágrimas en los ojos, y fue ahí que mi sonrisa y alegría desaparecieron por completo; Cuánto más tiempo pasaba en la escuela, dónde para mi era un martirio, más ganas tenía de huir. 
Largas noches llore, sin entender por qué me tenía que ocurrir eso, mi familia no supo más que llorar conmigo, abrazarme y preguntarme:
-    Hija, ¿Quieres abandonar la escuela?.
Pero respondí dejando escapar mis últimas lágrimas: - No, yo soy normal, tengo derecho a estudiar.
Luego me dormí y al día siguiente despertó otra Paula, me levante y vestí sola sin ayuda de nadie, decidí que no importaba a hacer amigos, en realidad importaba el aprendizaje, que con Tobías era suficiente, a demás, Tobías podía acompañarme a todos lados y nadie me quitaría su amistad, él no necesitaba que su mamá le diese permiso para jugar y tampoco tenía que irse a su casa a dormir, porque Tobías era producto de mi imaginación, era mío y de nadie mas. 
Mi familia creía que estaba bien, cuando en realidad cada día me iba volviendo más fría, egoísta, rencorosa y nacía una maldad que sorprendía a muchos... la primaria no fue fácil, tuve que aguantarme humillaciones, insultos, golpes y rechazo. Mis compañeros se negaban a sentarse conmigo, decían que les provocaba asco y que los extraterrestres no son de este planeta, que si permitían que me sentara cerca probablemente los contagiaría y eso duro hasta que entre a la secundaria y todo se torno aún peor de lo que fue en la primaria; a pesar que me cambie de colegio y todo era nuevo y ya me encontraba con chicos mas grandes, creí que serían mas maduros y que nadie me molestaría, sin embargo fue igual hasta octavo año y entonces conocí el odio, odio para con el exterior. En casa ya no decía nada, estaba cansada de llorar en brazos de mi mamá, eso no solucionaba nada y el rencor que a veces sentía al mirarla por haberme dado la vida, era decepcionante, no comprendía que esa mujer, no era culpable, no me importaba el daño que causara a todos los que eran cercanos, solo pensaba en escapar, no quería que sintieran lastima, por eso me volví independiente de un día para el otro; me vestía sola, me bañaba, y ponía un desafío por día, no tenía permitido fallar, hasta no cumplir con el objetivo no paraba, y crecí así, luchando por aceptarme cada día, para no odiarme. Luchaba constantemente por quererme, pero nunca pude, el desprecio de los demás me generaba tanta rabia que solo sentía odio y ganas de no existir, siempre fui yo y me convertí en una ermitaña, la gente cada vez que se acercaba era para lastimarme y nunca entendí qué los llevaba a actuar así, juzgarme sin conocerme, como si una parálisis fuese mas importante que lo que podía ofrecer… 
En el colegio opte por el personaje de chica fría, siempre un paso adelante, atacando antes de ser atacada, y me gane el respeto que era justo, era la líder del salón, y tiempo después de todo el edificio, pasaba mañana y tarde ahí adentro porque era doble turno, y para mi era mi casa, la dueña del lugar. No quería estar con mi familia, me provocaban rechazo y mucho resentimiento y el tiempo que pasaba en el colegio me era suficiente para olvidarme que tenía a dónde ir. Mi objetivo era siempre el mismo, a hacerme respetar a como dé lugar, pagando el precio que fuere, pero que no permitiría que me volviesen a lastimar era una decisión tomada, así que me volví una brabucona, acosaba para que me tuvieran miedo, pero también era buena amiga y compañera, me gustaba incorporar al grupo a los alumnos que iban llegando, no me gustaba verlos en un costado, aislados, tímidos sin tener quién los pongan al corriente de las clases anteriores, o que pudiesen quitarse las dudas sin vergüenza, conocer las materias y profesores. En ese entonces iba a una técnica, por eso era doble turno, y me fascinaba estar ahí, porque por fin había conseguido ser amiga de todo mi salón, también lo fui de chicos mas grandes, ya de polimodal, conseguí por primera vez seguridad en mi misma, era fuerte y logre que nadie se volviera a meter conmigo, nunca mas. 
Antes de empezar noveno año, al final de octavo tuve problemas con una vecina que vivía al lado del colegio, al parecer unas chicas de las que no era de su agrado, fueron con el cuento de no se qué… lo único que entendí cuando me toco enfrentarla era que venía a cobrarse una deuda vieja de una amiga; cuando tenía diez años, me gustaba bailar en el frente de casa con mis vecinas, y en ese tiempo había una nena que cada vez que pasaba y me veía me gritaba “brazo doblado”. Un día me canse y salí a enfrentarla, le dije que me lo dijera a la cara si se animaba y con tonito burlista me lo repitió, entonces me di vuelta, me estaba por volver para adentro pero atrás mío estaba mi padre, no podía quedar como una cobarde; cerré el puño y fue derechito a su cara, la agarre de los pelos y le dije que no volviera a pasar por mi cuadra en la vida, que si la veía le pegaría de nuevo. Entonces esta chica, Mara, vino con la excusa de aquella pelea para buscarme roña, por supuesto no podía a hacerme para atrás, tenía que pararme de mano, el asunto fue cuando de repente tenía tres monos encima de mí, era la madre, la hija y el hermano. Me defendí como pude pero lógicamente salí perdiendo, eran tres contra uno… cuando se acabo y llegue a casa mi madre pego el grito en el cielo, pidiendo una explicación de lo qué paso, estaba llena de sangre, con el cuello completamente rasguñado, hematomas en la cara, la ropa sucia y rota, y los pelos hechos un desastre. Le conté maso menos en lo que me lavaba un poco en el baño y todo termino en denuncia, cambio de colegio, hospital, etc. Me cambiaron a un privado, pero no dure nada, porque eran típicos adolescentes malcriados, creídos con buena posición económica, nada que ver a lo que estaba acostumbrada, lo único que me gustaba de ahí era el uniforme, (pollera, camisa y corbata). Igualmente a la semana abandone y no volví, sino ya de adulta.
El cuatro de febrero estaba cumpliendo trece años, mi primer amor apareció, me enamore de una manera que generaba en otros ternura, sentía que era el amor de mi vida, solo con él era vulnerable, no me salía ser mas que tierna, dulce y un día mi sonrisa que muchos extrañaban apareció; una tarde ya casi de noche, estaba jugando en la calle con los vecinos y de repente lo vi pasar por enfrente de mi casa, me llamo la atención que me mirara mientras pasaba, y su sonrisa, tenía una sonrisa hermosa… le pregunte a una de las vecinas si sabía de quién se trataba y su nombre, para mi suerte me dijeron que se llamaba Matías, que vivía a una cuadra de casa y que trabajaba en la pizzería de “Don Caño”, que esta en la esquina en su misma cuadra, por la calle timbo. En ese tiempo mis padres no me dejaban ir mas de la esquina, quería pasar por la pizzería para verlo de nuevo, sin embargo me las ingeniaba y de vez en cuando me escapaba para allá, entonces un día ya de día me lo cruce y lo pude estudiar mejor, definitivamente me gustaba, no hablamos, solo nos miramos, y esa misma tarde le pedí a mis vecinas que fueran hasta la tienda de Doña Beatriz, y me consiguieran un osito de peluche; tenía unos pesos que me había ganado haciéndole masajes en los pies a papá y a la abuela. Y mientras esperaba el oso le escribí una carta preguntando si quería ser mi novio… cuando las chicas llegaron, les hice entrega de la carta y les dije que le entregaran todo, que después volvieran por la respuesta. Y en lo que esperaba nos pusimos a jugar en la vereda, jugamos a la mancha, a las escondidas y al veo veo, pero mi atención estaba puesta en él y cuando mire para mi derecha lo veo venir, acercándose y llamando a Daiana, la vecina, y le hizo entrega de un papel, en ese papel estaba su respuesta, Daiana corrió y me la entrego, me apuraban para que les mostrara lo que respondió; había dicho que sí, y vivimos los tres años mas lindos de mi vida, me buscaba todas las noches cuando salía del trabajo, era detallista y tierno, con él volví a ser quién era cuando no me daba cuenta de mi capacidad diferente. Con trece años y él con catorce estábamos enamorados, nos queríamos mucho, pero cuando su madre se entero le prohibió verme, le molestaba que tuviera una parálisis y se opuso rotundamente a que nos siguiéramos tratando, entonces empezó a venir de noche, aparecía a escondidas a eso de las 00:00hs y se quedaba un rato conmigo, hablando, escuchando algo de música hasta que se iba… pero un día no volvió mas, ya no trabajaba en la pizzería y se habían mudado, y comprendí que había llegado el fin, y otra vez me deprimí y llore, desee no estar viva, me sentí nuevamente infeliz, así que una vez mas volví a ser la persona más dura y fría que pude, aprendí a la mala a no sentir, a no dejar entrar a nadie en mi vida, no quería encariñarme mas y que el tiempo o gente mala los aparten de mi, porque eso me hacia sufrir mucho. 
 Cuando cumplí catorce años, los golpes de la vida me hicieron fuerte, sin embargo no pude evitar nunca sentirme enojada y triste, decidí encerrarme, esconderme de todo aquello que me hacía mal, cree en mi cabeza un nuevo mundo, en donde pudiera respirar sin miedos, y me comunicaba con gente a través de una computadora, así por tres años, y con ello se perdieron cosas que no vuelven...  Cada segundo, cada minuto, cada hora, me convertía en un ser mas solitario, mas amargado, mas inentendible, me entretenía en línea, y escribiendo cuentos fantásticos, no salía mas que para ir al baño o para buscar algo de comer, no me gustaba a hablar con nadie en casa, por eso deje de hablar, además era interesante conocer gente de otros países, con otra cultura. También de esa forma en el dos mil trece, conocí un muchacho, era bastante respetuoso y divertido, me hacía reír mucho y nos hacíamos compañía, aunque unos meses mas tarde me insistió un poco para vernos, honestamente estaba algo insegura, pero acepte, y nos vimos por primera vez en una plaza de Lomas  de Zamora, la pasamos bien, hablamos bastante y me abrazaba con mucha frecuencia, me decía que era muy querible y ese mismo día me dio un beso, en mi despertaron sentimientos en poco y nada a la vez de tiempo, aunque cuando tome conciencia ya éramos novios, él venía cada domingo y la cita era siempre en el mismo lugar, caminábamos bastante y en cada esquina solíamos frenar porque quería abrazarme y decirme que me quería, sin embargo el mismo tiempo que se encargo de unirnos, nos separo con rumbo de los meses, la relación no iba, yo era chica y a él le faltaba compromiso, y a pesar de que nos alejábamos y nos volvíamos a acercar, el final era el mismo… yo sabía que a pesar de las penas, el amor que sentía por él era más fuerte que un orgullo inútil, no era fácil no responder cuando me buscaba nuevamente. 
Llegado dos mil catorce, ambos sabíamos que un año nuevo comenzaba...  yo, como siempre yo, supe que aquel dos mil trece fue el año en que pocos sueños, deseos se cumplieron, aquella noche fría y lluviosa decido continuar esta historia contando lo que fue mi vida junto a ese amor:
Meses de alegría y tristeza fueron pasando, cosas  inesperadas formaron parte de nuestras vidas, con el tiempo aprendimos a sobrellevar cosas del destino, cuando por solo un Nick nos conocimos, nos enamoramos e intentamos ser más fuertes juntos, pero la navidad llego... y por cosa del tiempo nos toco vivir separados, perdimos el contacto, y yo tenía algo que decir, no podía quedar atravesado, y se me ocurrió escribir: 
Año nuevo, un año que borra con un soplo aquellas palabras "te amo mas", año nuevo, un nuevo presente con distinto anhelo al pasado, año nuevo, intento creer que solo fue un sueño que soñé por meses despierta. Él se recuerda que no debe mirar atrás, que el pasado ya pasó, que ambos tomamos decisiones distintas y parecidas a la vez, tal vez intentamos creer que podríamos olvidarnos de la noche a la mañana y era un grave error...
 Hoy seis de enero, solo le digo al mundo que ya no es amor, pero escribo recordando cada momento vivido junto a él, les digo que ya no duele, sin embargo gotas en mi rostro caen, afuera dibujo el sol, pero en mis ojos anuncio una tormenta.
En nosotros se ve dolor, amor pero el orgullo en algún momento pudo más. Un día mas, pienso en él, una noche mas, intento no pensar, la una de la madrugada otra vez y sigo luchando pero las ganas de escribirle se apoderan de mi, entonces agarre el celular:
-    Hola, ¿cómo estas?
Se llevo una gran sorpresa, luego de días sin hablarnos,  charlamos por horas, hasta que uno de los dos se quedo dormido por un instante, porque de repente suena el teléfono, era una llamada de esa persona que tanto me niego a amar, en mi rostro pude ver que se dibujaba una sonrisa, me apure en contestar y nuevamente por horas hablamos, aunque tuve que esperar que su malhumor pasara, pero cuanto más esperaba, mas se iba la señal de la llamada, y no alcanzaba a entender lo que decía, hasta que llegue a oír que se estaba despidiendo, solo dijo chau y apoye mi cabeza en la almohada hasta que mis ojos se cerraron dejando escapar una lágrima. Para cuando desperté, me dedique a aguardar que el teléfono sonara, sentada en una silla frente al móvil espere, y eso no ocurrió sino hasta que se hicieron las doce de la noche.
-    ¿Estas despierta?
-    ¡Hola, si!
-    Qué haces tan tarde…
-    No podía dormir, ¿vos? 
-    Igual…
Al día siguiente:
-    ¡Buen día! ¿cómo estas?.
Pero no respondí, o era ese sueño maravilloso junto a él, o volver a la realidad, esa realidad absurda, fingiendo una amistad que nunca existió. Y  tres horas después, desperté a eso de las diez, lo primero que agarre de bajo de la almohada y revise fue el teléfono, abrí el WhatsApp y respondí enseguida, disculpándome por no contestar antes, pero que estaba cansada y no lo escuche sonar. Ya se encontraba rumbo al trabajo, y cuando eso sucede contesta rápido, por eso hablamos toda la mañana, y casi toda la tarde, que salió para kinesiología, ahí ya cortamos la charla. 
En mi habitación, ya con todo hecho comencé a escribir pensando en él, en nosotros:

Recuerdo aquel día, aquel día cómo olvidarlo... aquel día que de tanto amor me moría, aquel día, cuando un beso suyo mis labios le pedían, aquel día en aquella habitación, en donde con calma, temor, deseo y vergüenza, me iba llenando de él, aquel día donde mis ojos, hacían juego con su mirada. Ese día al verlo mi vida le entregue, desde ese día y desde hoy, desde que se va alejando cada vez que el sol se esconde, recuerdo que de celos mi corazón agoniza, aquel día en donde a su lado veía las hojas caer lentamente, oía el viento cantar, los pájaros volar, el cielo azul, la gente desaparecer entre la nada y el ruido de los coches se declaraban sin audio… y es que en verdad aquel día las hojas caían cada vez con más prisa, el viento soplaba con más fuerza sin cantar, los pájaros cada uno en sus nidos protegiéndose de ese día; no había ninguno. El cielo se hallaba gris, la gente caminaba abrigada volviendo a sus hogares velozmente, y aquellos pocos autos no dejaban de hacer un ruido molesto que me impedían oír su voz con calma. Es que ese día al besarlo, me perdí y todo lo demás dejaba de existir, la voz del viento me lleno de anhelo. Aquel día, en aquel beso tímido y sincero, en mí el amor nació, aquel día lo bautice con su nombre; ¡Mariano! que cada vez que es pronunciado por mis labios genera que cada sentimiento despierte, aquel día, desde aquel día, mi cuerpo, mi mente, mi alma y mi corazón recuerdan... AQUEL DÍA".

 

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  • Autor: Anne Black (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 1 de agosto de 2022 a las 21:17
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 30
  • Usuario favorito de este poema: Omaris Redman.
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Comentarios3

  • Heber Urbina

    Esa historia es tuya?

    • Anne Black

      Es una novela que escribi pero la subo por partes

      • Heber Urbina

        Ooh ya, está interesante

      • Hay 1 comentario más

      • Omaris Redman

        Interesante relato aunque algo extenso, saludos y feliz noche Anne,

        • Anne Black

          Igualmente omaris

        • MISHA lg

          atenta a las demas partes de tu novela gracias por compartir

          Hoy seis de enero, solo le digo al mundo que ya no es amor, pero escribo recordando cada momento vivido junto a él, les digo que ya no duele, sin embargo gotas en mi rostro caen, afuera dibujo el sol, pero en mis ojos anuncio una tormenta.
          En nosotros se ve dolor, amor pero el orgullo en algún momento pudo más. Un día mas, pienso en él, una noche mas, intento no pensar, la una de la madrugada otra vez y sigo luchando pero las ganas de escribirle se apoderan de mi, entonces agarre el celular:
          besos besos
          MISHA
          lg

          • Anne Black

            Gracias, saludos.



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