El dolor de cabeza persiste

Margarita García Alonso

El dolor de cabeza persiste,

fermenta palabra antigua.

Atención,

cualquiera cabeza

cae decapitada si refugia

idea insana,

igual si hospeda

a gente amada

o tufillo de exterior.

Si escribo 'alma',

un ejército armado

con pinzas de cangrejo

arranca rocas del litoral

 

-las babosas arrastran

fragmentos de lo que fue

orilla de isla,

 

alma, semilla sagrada,

alguien afirma que 'el exilio

es un género literario,

dice ‘es un cuento',

 

mientras Hildegarde

estruja velos

para hacer papel

 

fibrillas rojas

mezcladas con zarza

y tinta de cerezo

 

al secar morenas,

parecidas a pasillo

que da a celda

 

entre la puerta e

Hildegarde, luz de vela

 

se ha manchado, pero

sucia reza

al ejército que dirige

cangrejos y tritura.

No, no usaré alma,

la escondo en cartas 

escritas a mano

por mi abuela,

 

y me arrastro

como cartón vacío

de salsas caducadas.

 

En el mortero humedad,

mariposas de cáñamo,

ecos del aposento

que perdí en el cielo.

 

Soy el instrumento medieval

que desaparece en trapo

bajo el puño de Hildegarde.

 

Ahora mismo rompe 

cáscaras de huevo

y logra rollo

que se extiende de la mesa

al pozo de la abadía

 

donde escribo

 

para mujeres

que hacen exactamente

lo mismo que hice

hace años: una montaña

 

y no está mal,

pasean pavos

bajo la arboleda,

 

aunque prohíban cerro,

'esta cuesta es

para quién suelta pluma'

 

qué importa el pájaro,

si eleva bandera

con levadura.

 

Levanto trapo,

blanco descolorido,

nadie pasa

sin haber hincado

pie en escritura.

 

Mi nervio rabia,

Mi madre duerme

en la colina,

pero no la veo,

 

tampoco me vi

siglos atrás en la isla

 

calles, arboledas,

rocas, maderas,

papeles apretujados

por Hildegarde de Bingen,

planos y planes

para construir convento

 

desembocan

en la misma plaza,

oh, señor, desfilan,

 

estoy muy sola

y el invierno acerca

droga potente

que libera.

 

En los alrededores

trafican poemas,

ahora pertenecen a

quien levanta pinzas

de cangrejo con

manida animal-versión

de pisamierda

 

sin ninguna intención,

sin resolver nada,

 

patético, el texto

se transforma en caricatura

de pesadilla circular,

de vez en cuando

glin gling, brillo irreal.

 

Hildegarde busca lana,

fibra de oro,

 

confieso que no hace falta,

lo que escribí no sirve,

hace años toqué 

no sé qué historia

del tipo con pendientes

verduzcos de odio,

 

cinturón en cuero

ecológico sobre sexo

 

y me quebró columna,

desde entonces repite

tétricos rumores.

Demasiada violencia,

demasiada machaca,

caen cáscaras

por todas partes.

 

Del libro Nubiola.

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