Afán

Walter Brunini

 
Escribiré tantos poemas como pueda
hasta que llegue a ti, habitante de quien sabe que tierras;
y te preguntes ¿Quién soy?¿quién fui?¿quién seré?
¿Qué más legado he dejado que estás letras?
Si he logrado, de alguna manera, calmar mi pena,
quitarme el vacío que aqueja el alma del que espera;
redimirme de mi concupiscencia,
de mi lucha interna entre el todo y la nada,
de mi ansiedad, a gritos manifiesta, por la igualdad
de justicia y condiciones; oportunidades y respeto.

Escribiré tantos poemas como pueda
hasta que llegue a ti, brazo armado de la guerra;
y evoques mi nombre buscando razones,
cuando sientas injusta la sangre derramada,
te aturdan los gritos de una madre rogando piedad,
te resulte innecesario esconder el pan ante el hambre del adversario;
y sientas que no es tu pelea, sino que matas en nombre de alguien más.
Cuando ansíes la paz, como al agua y al aire.

Escribiré tantos poemas como pueda
hasta que llegue a ti, adolescente enamorado;
que sientes el pecho descarnado,
dudosa tu entereza, la entelequia nublada
y busques, hojas tras hojas, las justas palabras para definir su belleza,
en un susurro, cual canto, bajo la sombra de un parque en primavera,
entre tanto colorido ofrecido, por la generosa naturaleza;
que solemne ofrece las mil maravillas que inspiran,
haciendo que unos vuelen soñando, otros reposen silbando,
algunos marchen distraídos por la sinfonía de trinos;
más ninguno ingeniando maldad, someter; usar la fuerza,
en esa máquina perversa que es la cabeza,
pues rodeado de pureza, solo se piensa en beldad.

Escribiré tantos poemas como pueda
hasta que llegue a ti, amigo abatido por las circunstancias;
para decirte, con simples palabras, que no estás solo,
que tu amargura y decepción, me son sentidas
pues en algún tiempo perdí el gusto por la vida,
en un quejoso estado constante; contrariado y resentido,
ante la apabullante mediocridad de lo existido,
como norma básica de convivencia, entre lo real y lo ideal;
donde la asumida posverdad todo lo manipula,
derrumbando los cimientos de la felicidad prometida,
exigiendo un cambio de vida, cuando han amainado las fuerzas;
pero aquí estoy, testigo de supervivencia, para decirte
que el tiempo cura a quien cultiva la paciencia;
todo pasa, todo llega.

Escribiré tantos poemas como pueda
hasta que llegue a ti, mujer despojada de dignidad;
que sientes que el mundo es indiferente a tus gritos,
desesperados; los que desgarran la garganta y el espíritu,
ahogada en la incertidumbre; sombría; desahuciada;
que perdiste todo sentido de valía por la vida
marchando con el peso de la tristeza a cuesta,
ajena a las alegrías, maravillas, gozo y ternura
para decirte que lo siento, en nombre de toda la humanidad,
y pedirte, de rodillas, perdón por la sociedad construida
con la indiferencia como estandarte; apática; fría
ensimismada en la vulgaridad; egoísta,
que todo lo muele y reduce a cenizas, sin remordimientos.
¡Perdón! te imploro, embebido de humildad.
Prometo profesar la búsqueda de justicia
en tu nombre, y el de todas las demás.

Escribiré tantos poemas como pueda
hasta que llegue a ti, seas quien seas;
busques lo que busques; de tal o cual manera;
para incitarte al júbilo por las causas justas,
invitarte a leer el pasado para entender el presente
y sembrar tu ímpetu con ganas de hacer futuro;
inculcar que te mantengas alerta, brioso en tu nobleza,
que no te dejes pisar, ni que andes a tientas;
que marches con la frente en alto, aún en la pobreza,
que vivas con la mano extendida, aún en la riqueza.
Suplicarte que procedas, siempre, con la mente abierta
para discernir entre lo honorable y la miseria;
que fortalezcas la verba para promulgar la libertad
y los brazos, para defenderla.

Escribiré tantos poemas como pueda
hasta que comprendas mi afán; mi intención verdadera.
  • Autor: Walter Brunini (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 4 de noviembre de 2021 a las 10:10
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 39
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