El siglo de las luces

A veces resulta agradable

observar la sonrisa de los arbustos

grabada en el verano

y reír con amplitud

como si nuestros sentidos

no fueran el territorio de la barbarie

 

A veces se siente la necesidad

de regresar

al laberinto de los sueños

a mirar el mundo

con los ojos tibios

a deslizar la piel por el acuario de los días

 

A veces es noble

este vértigo de sentirnos transparentes

como cuando nuestros dedos dilatados

en el enigma de extraños pentagramas

tejían el cielo con canciones de caucho

 

Recordar que  cierta vez el llanto

nos dio calor

 

Pensar que a nuestra sangre

ha llegado a tiempo

el mensaje de las mañanas auríferas

 

Pensar que cuando niños

amábamos sin fronteras

la corteza desnuda de la tierra

que no hablábamos del dólar libre

ni de la libre empresa

que ignorábamos la reforma agraria

y la ley sobre el divorcio

 

Nada reemplaza esta experiencia

de ser de nuevo

frutos de este panal prehistórico

mientras los demás

hastiados de este universo peregrino

juegan al canibalismo

a la geometría del carácter

sumergidos

en este siglo de luces iracundas