Poema del no querer olvidar

José Esparza

Llueve en una madrugada de diciembre,

tal como aquella vez en los aquellos que fueron.

Despierta un pensamiento que solo calla

con el desdén de tomarse en las tinieblas.

 

Hoy mi muerte apaga este llanto fortuito,

junto al cansado sonido de las manecillas.

Y se apolilla lo escrito en el camino

al igual que aquellos joviales ayeres.

 

Sin carbón ni rubí para abandonar,

teniendo solo un último latido a tratar.

Hermosa agonía se lleva mi vida;

he de ser feliz solo por esta vez.

 

Pero la muerte guarda una obligación,

que me pide soltar todo aquello que perdí.

La luz cae nuevamente y no estoy listo,

miedo tengo de olvidar todo de ti.

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