Atardece y en el remanso de un día como tantos
pensando cosas vanas.
En la ciudad, la lluvia se desliza por largas paredes
arrastrando las melancólicas letras
que abandonan los poetas desesperados.
Infinitas letras que se acumulan
caóticas, en los resumideros del alma
junto a la razón del vivir y los por qué, de nosotros
que son preguntas inquietas de lo aparente
dudas del que sabe y no comprende
caminos infinitos que llegan en el último paso
solo al inicio dudoso de nuestra ignorancia.
El espíritu, si así lo llamamos
no es materia universal
es en si mismo un universo, que pugna entre tantos.
Yo al menos, estoy perdido
entre las infinitas posibilidades de esos universos imperturbables y mi absoluta pequeñez.
Donde el movimiento, es el equilibrio de las cosas
y solo el pensamiento, se detiene
como una instantánea de un preciso momento
quizá tan vano y etéreo
como ese instante que se avecina temeroso
de su propia magnitud y locura.
El inconveniente, es cuando no se puede transitar el camino inverso
hacia la cordura, de ese universo convencional
en el que todos coincidimos.
Estuve observando mis manos
la derecha es un poco más grande que la otra
claro soy diestro
nada en mí es simétricamente reflejo y eso hace que mi universo personal
sea ciertamente injusto.
Mis piernas, debieran haber sido más desarrolladas
tanto como la cabeza
que autoritariamente acaparó casi todos los recursos
debo confesar, que en realidad son escasos.
Pero, escasos e injustos
son los recursos de esas piernas que no llegaron a ser lo que deberían.
Imaginemos, que en un plan de igualdad suprema
la cabeza, hubiese cedido recursos a las postergadas piernas
quizá hubiese sido un corredor de fondo
que se desliza sin pensar, por los caminos de la vida.
En realidad, no puedo mas que administrar los recursos
tal como me fueron provistos
lástima que mis piernas continuamente se quejan y la cabeza…
está en otra cosa y no le importa esos asuntos.
El hombre cree caminar y solo se mueve el suelo
con la magia de ese horizonte que no se acerca
donde los malvados se alegran falsamente
pues su sacrificio los condena de antemano.
Tanto el caminante, como el malvado
se confunden a la misma distancia
del horizonte esquivo.
- Autor: Esteban Couceyro (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 29 de enero de 2021 a las 08:53
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: Frida Alcántara
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.