Inventé la manera de hacerte invisible en mí dolor y fue ignorándote.
Aprendí a deshaserme de nuestras historias y vivencias menospreciándolas.
Aprendí a decir que estaba bien, fingiendo sonrisas.
Aprendí a aparentar tantas cosas que en la soledad no hacía más que llorar.
Después de tanto dolor empezé a preguntarme de qué valía mentirle al mundo si era yo quien se afixiaba en ese mar de penas.
Me replantie una y mil veces que debía hacer.
Me llegue a soñar en un descanso eterno porque así parecía sufrir un poco menos.
Me encontré tan vacía que solo me llenaba la soledad, la triste y absurda soledad.
En mis sueños te abrazaba te besaba y te pedía perdon, más no podía más que estar tiesa, muda cuando estabas frente a mí.
Es el infierno, la amargura que me consume en este punto que ya no tiene retorno.
Te pido perdón, me doy vuelta y te digo adiós. Porque si algo sí aprendí es que cuando se ama aunque sea muy tarde para los dos, aún si uno tiene la oportunidad de ser feliz vale la pena dejarlo ir.
Vale ésta pena...
Offline)
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.