Fantasmas de Enero

Ángela Páez A

 

 

Moldeabas el tiempo con tus manos frías, te morías de miedo y corrías en medio del

 arrepentimiento, te hundías en desesperación y la tranquilidad peinaba tu cabello con el mundo en sus manos.

Siempre reías tan fuerte, que la vida agradecía de tenerte consigo y rezaba a los dioses por tu partida, y ahora lo comprendo.

Aun estoy segura que seguirás siendo la admiración de todos esos niños

perdidos, de todas esas almas en pena.

Aunque te hayas ido y no vuelvan a verte, seguirá tu recuerdo por estos pasillos, aunque te hayas ido y no vuelva a tenerte aquí.

Todas esas luces de calidez sobre tu rostro en esa noche sin reglas,

la serenidad y las lágrimas en tus ojos en esta despedida;

todos esos fantasmas de Enero que bailan y se ríen, que ríen y se van, se fueron a vivir a esa España tan lejana que se quedará

esperando por nosotros, por una historia y nuestros sueños que no se cruzan.

 Por todas esas  palabras que quedaron en tu garganta y que nunca volveré a escuchar,

la calma en tu voz, el maruño de ideas en tu mente de locos, y la fortaleza de tu corazón;

todo te lo llevaste contigo, mi amor.

 La magnitud del tiempo, tus palabras y silencios no retornan más, mientras los estragos del amor se ríen 

viéndome en esta cama desierta,

sin tu aroma ni tu perdón. Y vuelven tus canciones para abrazarme pero tu no estás, vida.

Y ahí voy de nuevo, doblando un esquina, siguiendo una vida que me enseñaste a vivir, a disfrutar

 y sonreír hasta el cansancio, hasta mudar la ausencia del día a día y llenarla de ti. 

Pero no,  al parecer esta ciudad despierta y no se queda a dormir conmigo; todo tiene que continuar, tu tienes que

continuar, y con el dolor de mi alma

me tengo que ir de nuevo, emigrando y llevándome mis pasos de vuelta, mientras tus metas te dejan solo,

las tantas promesas

que hiciste se rompen y quedan perdidas en esta geografía imaginaria,

 en este palacio de los sueños que se hunde en este profundo mar azul, ¿Y qué más da? ¿Y qué más queda?

de todos modos tu ya te has ido, vida, a tus pasos lentos; ya no hay quien responda el teléfono

en estas madrugadas de silencios y letras cortas.

 

 

 

 

 

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