Universo que habitas en mi

Vancouver

Vertiente impulsada por la fuerza de los astros,

Fuente de energía, que todo lo penetras.

Incontenible fuego del Erebo es tu pasión por el saber,

 Y el alma de una tormenta, tu voluntad en tiempos de cambio.

 

La paz del desierto, tu templanza que armoniza lo que toca.

La fuerza del río y su cauce, tu destino infatigable esperando con brazos abiertos,

la cima de una montaña muy difícil de alcanzar, más nunca digas imposible,

que los cuervos repiten, y creen que pueden hablar.

 

Que nadie se atreva, añejo árbol,

que nadie se atreva a juzgar,

Y a creer que el universo no habita en mí,

si más de una tarde pase,

contando en tu espalda hormigas como si fueran lunares,

mientras el sol nos abrigaba.

 

Que nadie se atreva, añejo árbol

a extirparle la curiosidad a un niño,

como si fuera veneno,

Si he visto el cielo de chico,

más veces que cualquier astronauta.

Que si de chicos mirábamos el cielo

y veíamos millones de galaxias,

Quizás aun de grandes podamos estrellas

a través de los ojos de alguien más.

  • Autor: Vancouver (Offline Offline)
  • Publicado: 6 de septiembre de 2019 a las 02:28
  • Categoría: Naturaleza
  • Lecturas: 25
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