Pilar

Angeles Josefina Almenas Velasco



 

 

Pausada, serena, modulada

esconde tu voz el gemido del esclavo,

la servidumbre a la familia blanca

 a la niña que te admira y rechaza.

 

Al compás de tu voz

se oyen plegarias eclesiásticas

superpuestas a la conga africana yoruba, la bomba boricua, al ritmo cadencioso danzado en el batey.

 

En tus tejidos y bordados cruzas siglos y continentes.

cosechas premios y halagos.

En tu  pueblo no olvidan

las cromosomas de tu estirpe,

los latigazos públicos.

 en la esquina de la plaza.

El castigo del amo criollo, español, europeo.

El cimarrón valiente y audaz.

 

Con cuidadoso disimulo se alejan de ti.

Como a muchos

te saludan con un beso.

Olvidando te seguían-

  en su juventud.

 

 

 

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