El dilema del erizo.

Alastor Salazar

Algún día el hígado falla y el corazón se rompe.

Aquí viene mi momento confesional: No estoy muy bien de la cabeza y nunca lo he estado, desde los catorce y por varios años me sentí la rata de un experimento de shock psicológico. Yo era como Poe y me empeñaba en mirar hacia dentro, en decirme que, aún rodeado de gente yo era un adolescente solitario. 

Fueron unos años complicados, la vida en la escuela no era amable para las personas como yo, el fastidio estaba a la orden del día y como chico inseguro cada libro y cada árbol, así como los dibujos que estaban al pie de las hojas de mis cuadernos me obsesionaron, se convirtieron en el refugio para poder manifestar mis tinieblas y volverme fuerte para poder seguir viviendo. 

En aquellos años no sabía que era la depresión; Eso ocurrió un tiempo después en alguna ciudad inútil lejos de mi familia y mi zona de confort. 
me odiaba a mi mismo, me daba asco mirarme al espejo, hay quienes piensan que la depresión es algo así como una tristeza constante, pero no es cierto, es una rueda de torturas psicológicas variadas entre ansiedad, indiferencia, auto-desprecio y tristeza, un mapa de heridas que puedes cartografiar en tu psique y en tu piel hasta que los tentáculos del tánatos te tapan los ojos y la boca. De ahí me saqué la poesía y una amante que no entendía nada.

Caí en el abismo un par de años después, pasaba el tiempo tumbado en la cama, no por pereza sino por ganas de no despertar y negarle su invitación a la vida. 
Era como estar encerrado en una cámara dentro de mi mente con un cuerpo que era incapaz de mover. 
No quería ser yo porque la imágen que me devolvía el espejo era la de un ser pobre y digno de piedad, me invitaba a autoflagelarme el alma como una víctima patética de mi mismo y me recreaba la autocompasión que es el sentimiento más patético del ser humano.

El infierno lo eran los otros, mis amigos, mi familia quienes me decían que fuera optimista y me comparara con los menos afortunados pero nada de esto me consolaba, mi deseo era desaparecer y no ser nada, congelar mi cuerpo y despertar en un mundo futuro donde nadie me recordaría. 
Nunca pensé en el suicidio fuera de la fantasía pero tenía muchas ganas de ser un Stephen Fry, es decir, subirme a un barco con dirección a Alaska sin decirle a nadie y desaparecer para siempre con otro nombre, en lugar de eso decidí lanzarme a la autodestrucción a base de bebidas y tranquilizantes, la mejor manera de quedarme cómodamente entumecido. 
Todas estas cosas me parecen estúpidas ahora, algúnos de mis peores episodios depresivos tienen explicaciones claras pero otros han ocurrido sin apenas motivación, un día de pronto te invaden las tinieblas y te sumergen de lleno en el pozo, es difícil salir de ahí y aunque te esfuerces por salir y rescatarte cada resbalón te devuelve de nuevo al fondo. No es una cuesta arriba, es un puto agujero.

No todo ha sido malo en este calvario titulado 25 de Abril 96.
Por eso hoy, antes de que el hígado falle y el corazón se rompa una botella no está de más.

  • Autor: Alastor Salazar (Offline Offline)
  • Publicado: 26 de agosto de 2017 a las 06:05
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 148
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