LA NUBECILLA

Sábado 4 de junio 2016

          LA NUBECILLA

Estás pero eres ignorado, te ubicas distante en el horizonte como una nube más en el atardecer, sí o no estás, no afectas el atardecer. Que los rayos de luz se hacen cada vez más bellos, más coloridos y más profundos, pero no del todo, solo para los que están en tierra y disfrutan el atardecer es bello, pero para la nube que está sola preguntándose si alguien la está admirando, el atardecer solo marca el fin de su vida. 

Las reuniones no son para las nubes, porque las nubes no pertenecen a la tierra, pertenecen al cielo, donde por lo menos pueden ser "libres" y cambiar de forma a su placer, sin ser juzgadas ni ser presionadas, sabiendo que, en tierra, hay alguien que la está contemplando, alguien que está descifrando que figura tiene o que forma está tomando. 

Yo soy una nube, blanca como la nieve, sin forma, sin destino, sin nada, solo con la certeza de que, en algún momento, alguien la contemplará, y al hacerlo, poder voltear a ver el atardecer como todos los demás, disfrutando de sus colores y sintiendo lo profundo que aquel atardecer es.

Curro Gómez B.