La miseria de los heraldos hablaba de la implosión,
pero mis apreciaciones lúdicas la consideraron efímera,
por demás, improbable.
Ignoraba, en aquel entonces,
el fiasco de sus trabéculas quebradas,
incapaces de sostener el epitelio de cada promesa
y la posibilidad de un desamparo extremo
que de alguna manera,
alguien pudo imaginar punible.
Lo verdadero se supo después,
cuando colapsaron sus pernos,
dúctiles hasta la aberración
y asomó el paupérrimo estandarte,
el único y verdadero pendón capaz de representarle.
Su perversidad se me antojó intangible,
como intangibles fueron las noches de fariseísmo
y sus orgasmos de carámbanos.
Su torrente de falsía me lastimó la vida
con las más cruentas y terribles dentelladas,
a sólo unos pasos de marchitarme el corazón,
a segundos del tiempo que desanda la eternidad.
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Autor:
Jesús Lantigua (
Offline) - Publicado: 4 de julio de 2016 a las 15:10
- Comentario del autor sobre el poema: Es algo que he escrito recientemente. Habla de la falsedad en el amor y su secuela, a veces imborrable.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 46
- Usuarios favoritos de este poema: Hugo Emilio Ocanto, Luna y Poesía, Gisela Guillén.
Offline)
Comentarios3
Cuando el amor no se siente realmente de corazón, siempre queda en el alma, imborrables secuelas.
Excelente tus letras, poeta.
Fraternal abrazo.
Hugo Emilio.
Gracias Hugo. Me siento halagado con tu comentario. Abrazos.
Un amor por el cual dimos e hicimos todo nos llena la vida de dolor cuando descubrimos que ha sido falso...
La secuela casi siempre es imborrable y se arrastra ello, solo el amor verdadero puede borrarlo...
¡Encantada de disfrutar de tu obra mi admirado poeta y amigo!
Gracias mi amiga.
Hola Jesús.
Además de decirte que tu poema es muy triste pero hermoso, me alegra mucho que estés de regreso.
Un sincero saludo para ti
Gracias Gisela. Un beso.
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