DE LA PRIMAVERA AL INVIERNO

Alberto Montes de Oca

Tus manos, que alguna vez

se juntaron tiernamente a las mías,

hoy no son más que duras rocas

que lastiman la piel al tocarla.

 

Tus brazos, que alguna vez

fueron cálido sitio de reposo para el alma,

hoy no son más que desiertos

en los que el hastío seca el amor.

 

Tus ojos, en cuyo iris me perdiera

tantas veces mirando tu alma,

hoy no son más que lagunas negras

que intentan imitar el azul del cielo.

 

Tu cabello, a cuya belleza tantos versos

dediqué en mis noches de insomnio,

hoy semeja las copas de los árboles

otoñales, en que las hojas están muertas y secas.

 

Tus labios, en cuya dulzura tantas veces

sacié mi sed de amor y cariño,

hoy tienen espinas que hieren como

navajas afiladas al corazón sincero...

 

Tu corazón, que alguna vez fuera

el refugio del mío y de mis sentimientos,

hoy no es más que un pozo sin fondo,

del que pocas cosas vuelven a salir.

 

¡Ay de aquel que entre ahí

como lo hice yo! Porque de

aquella sima, profunda como el

universo, no se sale entero...

 

29/06/2016

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