DUALIDAD

Sandro Tovar



DUALIDAD
Salgo, ando lentamente, dentro de mi lejanía pienso, y voy dejando rastros tenues para el otro. Como cuando hablas para ti. Como si yo mismo me dijera que me duele el corazón, y río, pareciera que me gusta mi temor, mi amor, y estos rasgos de cobarde. 
Al otro yo le miro traspasando el tiempo, imaginando ser el suelo acompañado, intentando la telepatía, como quien te dice que caminas solo y no, absorto. Y me dice ¡mira como sueño, como se convierte todo en letras muertas y en amor, mi amor que es tan mío, que tan encerrado se derrite dentro! Tan sincero, tan callado. Tan de los mortales como tu. 
Así ando el día, yendo, deambulando, pensativo y taciturno, día soleado-flores-canto de ave, tanto que se mete y se guarda en los recuerdos, en las palabras repetidas de mi esencia. 
En el interior donde nadie mira.
Y al atardecer regreso nuevamente, ensimismado en el temor y el pensamiento, de que alguna vez, al doblar todos los recuerdos nunca mas le sienta. Es cuando me pregunto si la realidad es como se vive, como se trastoca, y no respondo nada, soy callado ante esas cosas, soy así tal cual y como he sido, como lo que nunca fuí. 
Soy dos, el que siente y habla con poesía, sabe los colores, y recrea las cosas y este que formula cartas, escribe pensamientos arriesgados y le importa poco todo.
Describir la vida no sería nada tierno sin el otro, sin su triste afán por descubrirme, o sin su afecto que fascina para contemplar el mundo, escribir, sería una apatía total, no tendría sentido nada de lo que digo, y estaría sin escuchar, sin sentimiento, la vida no tendría razón en nada si no existiera dentro el alma. 
Por eso paso lento, para verme en los espejos asoleados. Y en ese mi reflejo encuentro una boca que se ríe, que se burla, unos ojos que me miran, ese caminar eterno, todo yo. Pero no mi ser oculto, ni mis pensamientos, ni las cicatrices olvidadas. No. Eso no se mira en los reflejos, no se puede ver el alma. Ni los sentimientos. Nunca puedo ver el universo que profundamente vive, y que gime alguna cosa hablando para mi. Y le entiendo si, porque vive dentro. más le tengo que cuidar guiando su manía trastornada, como cuando se hace con la furia, o cuando la apatía es tal como aquella tumba quieta y fría. Y hasta en ocasiones finge malestar, miente como los dolores, y por último se duerme para que la quietud también sea cosa que me asombra.
Mi alma y yo somos como la cometa al viento, nos necesitamos para descubrir, para ver los otros horizontes, para que la lejanía no se pierda. Yo le muestro el mundo. Y lo que vive en mi interior me muestra un sentimiento parecido a la felicidad. Es muy simple pero imposible de entender con los lenguajes, lo que digo no se escribe, ni tampoco se planea, solamente se vislumbra como fuego interno que no quema y nos mantiene vivos.
Y nos vamos juntos como dualidad crispada, así andamos como acariciando la locura, haciendo tenues coloridos, diversidad de mundos paralelos, pensamientos extasiados, soles, lluvias, risas, cantos, caras nuevas, y gestos enigmáticos, juntos descubrimos que los sentimientos se generan de mirar, y las sensaciones nacen de la cercanía. 
Y pero también se siente la terrible lápida del tiempo, la eternidad mortal. Y el desaparecer para formar olvidos, cosas que nos van matando en vida, que nos comen a trocitos. Y desdeñamos otros tantos elementos, como el oro, como a las personas ruines, hemos aprendido a huir de la falsedad mucho antes de que se nos acerque. Hemos hecho juntos tonterías, cómo enamorar el viento que nos acaricia luego, o encandilar humanos con mentiras, y soñar a solas bajo el sol, o irnos sin haber estado, y al final sondear para recoger los frutos y reírnos. 
Poco más que esto podría añadir sobre la esencia, sobre la calidad del ser. Hoy que proso, y digo lentamente como se transforman las palabras, podría decir que soy un colorido pensamiento, soy lo que se puede desdoblar y descubrir que dentro estoy como todo eso que se siente pero no se puede ver. Como si en verdad el corazón guardara, como si la cavidad fuera esa prisión donde se alberga el alma. No lo se, lo inmaterial me asusta de reojo igualmente que la muerte con su oscuridad.
Salgo y doy, tengo vida y sentimiento, tengo los espejos, la poesía, tengo a quien le escribo, y le pregunto. Soy yo mismo como vida creando el mundo, y mi alma que es mi otro yo, siempre me acompaña.
Dando tumbos en los charcos vamos, es divertido ver como el tiempo va quitando lo que no le sirve. Pero yo, bueno o no, yo solo vivo con el alma y guardo la belleza dentro de un recuerdo, y en ocasiones de decir, te diría con toda mi alma, ¡Gracias por vivir, por estar! Pero eso me demora para ir a ver lo que nunca espera… 
22 de mayo del 2016

  • Autor: Sandro Tovar (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 23 de mayo de 2016 a las 22:22
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 12
  • Usuario favorito de este poema: Isis M.
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