El banquete - Prosa Poética - Zuga Zucchini

zuga

El banquete

 

Lo puedo ver, su Excelencia, su Majestad, adornado con su traje de armiño púrpura, de líneas decorativas bermejas, coloradas, regordete, sus súbditos dándole de comer con cucharas de madera gigantes, mientras ellos, enanos, como ratas de servicio al rey, ajustan sus vidas a los costados del palacio, pues es poco espacio el que el enorme hombre deja para sus sirvientes y allegados. Lo veo con la lengua fuera, tomando una sopa hirviendo, libando una copa de vino, haciendo sonidos con la boca como símbolo de satisfacción, y las banderas al final de la sala, y el cadáver cocido de un pollo tibio que apenas llega.

 

He estado presente en la marcha del pueblo amortajado, mientras en un tridente del tamaño de una catedral el emperador sostiene dicho pollo tibio, el festín está preparado y fuera la muerte toca su flauta de sonido punzante y cruel, inoculando el veneno tenebroso en el alma de las multitudes; en cualquier parte, entre las celdas, sobre los cielos, bajo la tierra, aquel mendigo vestido de hidalgo está soportando el peso de sus mentiras, escuchando las melodías mortuorias, esperando para ver a su Majestad desgarrar los pellejos del pollo, con aquellos dientes de oro, con aquellas ansias de tormento, en medio de la negritud, por entre los rincones más densos como pasajes de un cuento arcano, aunque siempre habrá aquel héroe, que mirando la hoja en blanco, la lira o el lienzo, a través de la luz concentrado está, y de ése esperamos una obra maestra.

 

Todos alabando al preciado Rey, con las manos extendidas, esperando ver caer las migajas y las gotas de la enorme mesa, jurando ver realmente lo que equivale a los cielos, haciendo como cisnes preciosos que alzan las alas en dirección a la cumbre del monte, añorando e implorando un poco de lluvia pues abajo la vida escasea; hay jinetes que han jurado por su propia vida regresar con honor y victoria de las batallas a su patria, a pesar de la tempestad, a pesar de la feroz y campal guerra, mientras su regordeta Excelencia derrocha a sus héroes como fichas de ajedrez, o como diría el General, a través del tiempo los niños serán súbditos guerreros, y aquellos monjes que agachan la cabeza cuando ven triunfar  a sus oponentes morales son la burla del vulgo, están calvos, rasurados, y oprimidos, y el soldado herido pero victorioso, con la misma postura, sin renegar, adorando las barbas de aquel soberano impío y asqueroso, con sus enormes músculos grasosos, alimentándose de los pollos que cría humildemente el granjero.

 

¡Oh, su Majestad ha terminado de devorar aquellas presas de pollo tibio!, mientras yo, el poeta, afirmo que aquel bípedo repugnante no debería gobernar a nadie ni a nada, pues, el solo juzga a quienes son inocentes, come deliciosa ambrosía y jamás enfrenta el mal vivamente, es un cobarde traidor, eso asumo pues, hasta en mi caso, he sentido el enorme peligro de cargar la pluma y la hoja en blanco para insultar al soberano, para escupir en su pollo y en su sopa mis palabras negras.

 

 Zuga Zucchini

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  • Autor: zuga (Offline Offline)
  • Publicado: 7 de febrero de 2016 a las 16:44
  • Categoría: Fantástico
  • Lecturas: 134
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