Por el pez muere la boca

Stephie Martinez


Nadie pudo predecir
que el deseo del mar por el mar
y el del que dio por el que no dio
desembocarían
en el amar y en el odio

La quietud del arco iris
frente al baile de la aurora boreal;
así se perpetúa nuestro recuerdo,
ambos de amplitud cromática,
pero al final desacordes y en desacuerdo

Yo no quise jugar con el fuego;
de hecho, te conocí puramente fluido
más cristalino
más sereno

No se asemeja la inmensidad del océano
a tu inundar sin dejarme salida,
esa huella azul que casi te creo cielo,
el impacto de tu oleaje que -chocante- no me incita a la huida

Te he escuchado dentro de las caracolas con voz quebrada,
como un violento emerger de pozos de arena para después colisionar con rocas derruidas;
yo no sé de ciencias exactas,
pero sospecho que me llamas

Sabrás que no pido navegarte
-ese absurdo tripular por encima-
sino nadarte,
profundizarte

Si lloran las nubes sobre ti,
entiende que ruegan evaporarte

No te condenses aún,
deshumanízame y hazme pez
- yo lidiaré con el salitre y las escamas -
sólo pretendo ser branquias y agua
sin corazón ni tez

Y si en un supuesto me ahogo,
reúne mis espinas y recita,
sólo entonces resucitaré

Si no aparezco,
no alarmes al resto.
Siempre regreso a la orilla.

 

 

 

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