LA BAYADERA

Carmen Hernández Rey

LA BAYADERA

 

Frente al gran espejo trenza su pelo,

como una serpiente enrosca a la negra

mata,

engarzando en ella una corona

de rosas y azahar,

regalo de despedida, de ese amor:

Amor inconveniente,

Amor proscrito,

Amor sagrado

Amor profano

Amor sin títulos,

sin hogar

sin vida.

La Bayadera coloca sus tupidas

medias, son de un blanco roto,

las miras en contraste

con sus zapatillas de puntas

y satén,

tonos rosáceo,

hacen juego con el suave

rosa de sus pómulos,

se mira en el espejo y siente

que esta danza

le costará…

Danzará gota a gota,

sus noches y sus días.

El Tutú de tarlatán le espera

en la percha,

quita la pinzas ,

lo coloca sobre su cintura

de reojo, observa como el espejo,

le devuelve la imagen,

de una sílfide,

en proceso de huída.

Limpia de sus manos el sudor,

por último retoca la última línea

del ojo,

mira sus labios ¡Perfectos!

Retoca los pómulos…

¡La sirena tocó!

Bailarinas y bailarines salen al pasillo,

nerviosos, risas, prisas,

ella…

¡Atacada!

La Bayadera intuye que esta noche,

no será una danza más

y mientras sube el telón,

la orquesta, hace gala de sus pasionales

piezas,

melodías a zares

con sabor a legas danzarinas

de los templos,

románticas piezas de vals,

amor y poesía

que para ella un día escribieron.

¡Menos mal! Las luces del Gran

Teatro de la Opera

hará de defensa,

abre el primer acto,

un bosque de miradas

se acerca al escénico

templo,

expectantes todos desean ahuyentar

a sus sosegados deseos,

esperan ver amor en vivo

y en directo.

Y esto se dice para sí

-Nunca fue más cierto-

Amor y votos sagrados,

quedan expuesto

en la platea expuesto,

él y sus sagrados votos,

¡La miran!

cualquier esquina vale para

ser discreto…

La bailarina danza su dolor

sin defensas,

sufriendo dentro del gran

santuario, teatro de la vida.

Enjuga sus lágrimas

por dentro ríos

la inundan

nadie escucha al agua

que crece en su pecho.

Segundo acto, acción…

¿Por qué ve a un poeta que llora?

Kalidas observa su obra

desde un palco Celestial,

dolido mira en sus manos a los siglos,

milenarios de su pecho,

desnuda a cada una de las sagradas

bailarinas de la ruleta sagrada

del tiempo.

La Bayadera suelta su trenza

el áspid, danza su miedo…

La danza baila con ella,

El poeta quito su miedo.

Ya paso el tiempo de sagradas

Concubinas,

de sagrados mitos

de lenguas viperinas.

4.6.2013

Carmen Hernández Rey

©®autora extremeña

Foto de la Web Argiuolo Gina 6

  • Autor: carmenrey (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 22 de enero de 2015 a las 13:15
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 29
  • Usuario favorito de este poema: Miguel Vargas.
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