PARTE II

Chloe

- ¿Y ahora qué hacemos? – dijo Santiago temeroso

- ¡Es tu culpa! ¡Te dije que no subieras!

- ¡Pellízcame! Seguro es un sueño

Sophia lo golpea en el brazo con el puño cerrado

- ¡Oye! Dije que me pellizcaras – le reprochó Santiago mientras se sobaba el brazo

- No es tan efectivo… bueno, ahora que nos hemos dado cuenta que no es un sueño, ¿qué hacemos?

- ¡Intentemos bajar!

 

Ambos contemplaron detenidamente al charamisco, a simple vista era igual que un papalote con forma de ave, pero ya una vez arriba de él, pudieron apreciar que en lugar de plumas, fino cabello color morado cubría todo su cuerpo, olía a fresas frescas y tenía una cola color azul turquesa como la de un pavorreal.

 

Al parecer dormía, por lo que poco a poco se fueron deslizando desde su espalda hasta su ala derecha. De repente, Sophia estuvo a punto de caer y en el intento por conservar el equilibrio, golpeó al charamisco, éste despertó asustado y dio un brinco, luego emprendió el vuelo.

 

- ¡Sujétate fuerte!- le gritó Santiago a Sophia

- ¡Eso intento pero mis manos se resbalan!-

 

Santiago se quitó su pequeño cinturón y lanzó uno de los extremos hacia su hermana, ella por fin pudo asirse y comenzó a subir lentamente hacia el lomo del charamisco. Una vez a salvo, ambos se sujetaron lo más fuerte que pudieron del pelaje tratando de mantener el equilibrio para no caer. Voltearon hacia abajo y pudieron ver las pequeñas casitas y personas que sobrevolaban.

 

Después de un rato, el charamisco comenzó a descender hacia un árbol, lentamente se posó en una de las ramas y avanzó hacia su nido. 3 huevos estaban dentro, eran color verde pálido y con pequeñas manchas rosas por aquí y por allá. El charamisco se acomodó arriba de ellos y casi al instante se quedó dormido.

 

Santiago y Sophia por fin pudieron bajarse y con mucho cuidado se sentaron a un lado de uno de los huevos.

 

- Tengo mucho sueño, ya casi está anocheciendo – dijo Sophia

- Pero no podemos dormirnos, ¡tenemos que volver a casa!

- No, ya está oscureciendo, es peligroso, esperemos a mañana, así de pequeños como estamos, seguro nos devora algún animal

 

Santiago se sentía triste, nunca había pasado una noche lejos de casa, se abrazó a su hermana y después de un rato se quedaron dormidos, tan profundamente que no escucharon que uno de los huevos se rompía…

  • Autor: Chloe K. (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 30 de julio de 2014 a las 19:18
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 46
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