Ya no confió en una de mis sombras,
Ni en el médico postrado sobre la cabecera.
Mejor me busco cura propia a este mal;
Alguno de esos remedios momentáneos
O mejor me busco a un chamán.
No quiero a mis pies el río que no hace ruido
Ni quiero el agua que no es laguna y que tampoco es mar.
Necesito la cura eterna a este mal;
Necesito de la lluvia que me receto el chamán;
Necesito de la noche que me recomendó
Y de la sangre de un caimán;
Necesito la pureza de unos labios
Y unos ojos que me miren sin maldad.
Horas y horas pase frente a la pared y a contraluz
Interrogando a la sombra en la que no puedo confiar,
Tal y como lo ordenó el chamán.
Le preguntaba por la verdad, le preguntaba sobre
Donde había dejado la integridad, las promesas
Y su lealtad para no ir detrás.
¡Desgraciada! no me supo contestar,
Tuve que apagarla y volver a empezar.
Gracias señor chamán,
Gracias por el agua dulce y sin sal;
Gracias por la suerte y por su bondad;
Gracias por el consejo y por la realidad;
Gracias mi señor chamán.
Héctor Humberto García Herrera
- Autor: Poeta_maya (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 26 de abril de 2013 a las 15:12
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1339
- Usuarios favoritos de este poema: Mujer Nagual
Comentarios2
jajajaja buena pregunta amigo, pero aún me quedan 6, soy como los gatos... jajaja un saludo.
mira que ese chaman era sabio
no te dijo la verdad
si, lo fue 🙂 jejejeje un gran saludo bella amiga.
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