Te sufre este hombrecillo versado y prosaíco
te sufre la viva pluma suspendida en escribir su acecho.
Amigo, cuando me besaste, recogí los besos de mi amigo
después besaste a mi compañero, el de los lienzos,
quien también es compañero de mi amigo,
y le diste mi beso,
Ahora ya no nos besas,
estás besando los planos apuntillados
y nuevos de tu sitio.
“Para saber que todo se ha ido
¡amor inexpugnable, amor huído!
No, no me des tu hueco
¡que ya va por el aire el mío!”
Yo te vi llegar, amor, amigo,
de tu sombra, ahíto,
y la huella que estaba dormida
la vi despertar y morir luego.
La intención de la nube
fue llovernos
como la de la tierra
de absorvernos.
No sé si veré volverte,
no equivocado, pero irás punzado, asesinado y vivo.
Nunca diré, después de ahora,
aunque siempre lo escribiré,
y de lo que mi memoria salvará,
que el día de la blancura
será un arrinconado
un mudo día
en el que fui hallado de ti
fui distinto.
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Autor:
Eduardo Urueta (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 3 de octubre de 2012 a las 23:50
- Categoría: Amor
- Lecturas: 48
- Usuario favorito de este poema: Sara (Bar literario).
Offline)
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