Diminutas sinfonías

 

 

"antes de ser un poco listo

tuve que ser bastante tonto,

antes de apercibir lo visto,

tantas veces me di de morros"

 

 

   ***   ***   ***

 

 

Asfixiado quedé,

acorralado por cuestiones,

y burdas averiguaciones.

Sedado por interrogantes

que lastraban innecesarios.

Tan repletos de qués,

de cómos, dóndes, quiénes y cuándos,

que la flor que quería

poco a poco se fue marchitando...

así me fui ausentando;

del gozo contenido

en los presentes llanos.

De los torrenciales pasares,

de pizarras y tizas

de escarlatas carmines

y de firmas sin ruido.

De fluir corriendo por la tierra

como el río y su agua,

y añadiéndome al aire;

ser un árbol; respiro.

 

 

Es por ello añoré;

gestos grandes por imperfectos;

naturales y cotidianos.

Añoré...tantas nubes

sobrepuestas sobre la faz del cielo,

que brotadas desde la nada,

calmando la serenidad

del firmamento, cuentan sin tener palabra.

Añoré la precipitación de olores

sobre agitado viento;

como en copa un buen vino;

los rascacielos de humo;

aquel pino roto vencido,

el viejo roble y la encina

surgida siendo una señal,

desde el esplendido vientre del hogar.

 

 

Es por ello que me olvidé;

de paladear la bondad

que hay en cada saludo;

la amplitud cabida en un hola,

su simple y enorme extensión.

 

 

Tanta pregunta suele ser:

causa de las arrugas,

la razón inmadura

que le da cuerda al tiempo.

 

 

 

Tanta pregunta puede hacer:

que como adulto olvidadizo

no recuerde la suma,

la evidente   

                                        importancia;

de la grata nostalgia,

que innata nos reserva

el adiós cual sujeta en la mano

a la melancolía,

que ambidiestra ofrece;

saludo y despedida.

 

 

 

Si un torbellino de preguntas

azota mi bahía destruyendo mi puerto,

sólo demostrará

que llegó atrapándome

el saber de la

                            ignorancia.

Y así, quizá, de ésta manera,

se pueda llegar a borrar,

el placer de vestir

la frágil suavidad habida

en cuerpo y corazón de un niño,

y de observar su mueca

que como hábil camarera

provee de limpias sonrisas.

 

 

Opto por acordarme

de apreciar sencillas razones,

la vida que cerca nos toca,

y que oliendo a fresca tierra,

como simple roce de pluma,

sabe a magia de amor.

 

 

Decido firmemente anclarme

a la indefinición abstracta

de solemnes crepúsculos,

procurando que mis respiros

escapen de letales

interrogaciones y subterfugios.

 

 

318-omu G.S. (Bcn-2012)