LLUVIA.

Romanticologo



El sonido de las gotas caer, las plantas que se regocijan ante la llovizna danzante de lágrimas de nubes, las moléculas que rocían el amanecer, el viento que susurra al oído la melodía desencadenada de la naturaleza y el árbol que enseña como se reproduce el ciclo de la vida. El ave refugiado debajo de las hojas en una casta de roble junto al nido y el sol eclipsado detrás de las nubes grises esperando renacer para crear el arcoíris que vislumbre junto al crepúsculo.

 

La bruma que se comienza a ahorrar, el tesoro de la polilla encerrado en el pétalo de la flor que despilfarra el olor a primavera, desencadena la esencia a la plenitud en el aire y el porte del creador en el viento que se hace frío tierno junto al gotero que cae en la ventana.

 

La mirada fija desde el balcón hacia la flor que es movida por el roce de carisma de la suave llovizna y aquel olor que desparrama la arena mojada da esa sensación del toque de calma que quieres darle  a tu vida. La imaginación que se hace flotar, los sueños que te arrojan a aquella mujer que te acompaña metida en la lluvia y regala ese beso que caliente la mañana. Las ocasiones que vuelven a suceder dentro del alma, aquellos recuerdos hermosos que te hacen volver a nacer, y las reflexiones que te llevan a meditar  te renuevan el alma.

 

Y cuando la lluvia cesa, el ave vuelve a cantar, el primer destello del sol se escapa de entre las huidas nubes y aquel despliegue de color que se comienza a formar en una arcada forma que parece pintada con un dócil óleo, dan comienzo a una maravillosa oportunidad a la vida. A imprimir fortaleza en el caminar y a darle forma a los sueños que se interpretaron en la reflexión hecha mientras observabas ese espectáculo de la mansa lluvia.

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