Homero Aridjis

Homero Aridjis es un escritor mexicano muy comprometido, nacido en el Estado de Michoacán el 6 de abril del año 1940. Cuando era un niño, en medio la Revolución, recibió un disparo que amenazó con quitarle la vida; pero la guerra no impidió que desarrollara un gran amor por la lectura y que comenzara a escribir poesía. A los diecinueve años fue becado por la Fundación Rockefeller y pocos años más tarde viajó a Estados Unidos para participar del Congreso Mundial de Escritores, donde también se encontraban otros importantes nombres de la literatura, como Neruda y Vargas Llosa. Fuera del ámbito de la escritura, Aridjis es un férreo defensor del medio ambiente; es el fundador del Grupo de los Cien, que reúne a figuras sobresalientes del arte en una lucha contra la deforestación y otras acciones destructivas del ser humano.
Como escritor, ha abordado varios géneros, y entre sus publicaciones encontramos los poemarios "Los ojos desdoblados", "Quemar las naves" y "El ojo de la ballena", y las novelas "El encantador solitario" y "La montaña de las mariposas". Este último título es muy significativo en su vida, ya que las mariposas son una de las primeras especies de seres vivos que despertó su preocupación por la ecología, y solía observarlas en sus frecuentes visitas al cerro Altamirano.

Poemas de Homero Aridjis

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Homero Aridjis:

La forma de tu ausencia

Ni un momento
he dejado de ver en este cuerpo
la forma de tu ausencia,
como una esfera que ya no te contiene.
Pero dos cosas constantes te revelan,
te tienen de cuerpo entero en el instante,
y son la cama y la mesa de madera,
hechas a la medida del amor
y del hambre

Sé que piensas en mí...

Sé que piensas en mí
porque los ojos se te van para adentro
y tienes detenida en los labios
una sonrisa que sangra largamente
Pero estás lejos
y lo que piensas
no puede penetrarme
yo te grito Ven
abre mi soledad en dos
y mueve en ella el canto
haz girar este mundo detenido
Yo te digo Ven
déjame nacer sobre la tierra.

A veces uno toca el cuerpo

A veces uno toca un cuerpo y lo despierta
por él pasamos la noche que se abre
la pulsación sensible de los brazos marinos

y como al mar lo amamos
como a un canto desnudo
como al solo verano

Le decimos luz como se dice ahora
le decimos ayer y otras partes

lo llenamos de cuerpos y de cuerpos
de gaviotas que son nuestras gaviotas

Lo vamos escalando punta a punta
con orillas y techos y aldabas

con hoteles y cauces y memorias
y paisajes y tiempo y asteroides

Lo colmamos de nosotros y de alma
de collares de islas y de alma

Lo sentimos vivir y cotidiano
lo sentimos hermoso pero sombra

Déjame

Déjame
estoy lleno de ti,
no te perderé,
llevo conmigo tu esperanza invicta
y los diluvios de tu claustro;
he visto levantarse de tus pupilas
el sentimiento inaugural del hombre,
pero todavía no tengo la sangre
y la tierra y la palabra
no me pertenecen

Abril es ella quien habla por tus labios...

Abril es ella quien habla por tus labios
como un joven sonido desnudo por el aire

En la noche ha volado con tu vuelo más alto
con risa de muchacha
como el fuego nocturno de los frutos del viento
donde vibran los pájaros

Manzana del amor
su voz bajo la lluvia es un pescado rojo

Embarcada en sus cuencos con los ojos absortos
es la virgen gaviota que ha bebido del mar
en el agua su sol mariposa de luz

Déjame entrar a tu íntimo alfabeto

Déjame entrar a tu íntimo alfabeto
para saber lo tuyo por su nombre
y a través de tus letras
hablar de lo que permanece
y también de auroras y de nieblas.
Déjame entrar para aprenderte
y girar en tu órbita de voces
hablándote de lo que me acontece
describiéndote a ti.
Quiero dar testimonio a los hombres
de tus enes y tus zetas
desnudarte ante ellos como una niña
para que todos se expresen con acento puro.

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