Euler Granda

Poemas de Euler Granda

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Euler Granda:

La advertencia

Un día
le regalan a uno
una palabra
y uno la pone al sol,
la alimenta,
la cría,
la enseña a ser bastón,
peldaño,
droga anticonceptiva,
garra,
analgésico,
brecha para el escape
o parapeto.
Uno le saca música,
la pinta,
la vuelve más pariente
que un hermano,
más que la axila de uno.
Uno la vuelve gente
y en los instantes débiles
hasta le cuenta
las cosas subterráneas de uno;
pero cría palabras
y un día te sacarán los ojos.

Una fecha y el mar

Una vez,
un pescador
se fue cortando al viento;
tiró la red,
la recogió vacía;
en tanto ensangrentado el sol
con todo el peso de su cuerpo
se arrimaba en la tarde;
de pronto,
el mar
comenzó a sacudirse
como animal mojado;
el pescador cayó
en brazos de las algas;
en la espina de un pez
se fue su corazón,
aguas abajo,
y en la porosa playa
ese día encontraron
un pedazo de sal
semejante a una lágrima.

También sucede

A veces
el amor como un intruso,
como un pelo
en el plato de comida.
A veces el amor
como enfermarse,
como estar ahogándose,
como si hubiésemos robado
y nos buscaran.
Otras veces con él
qué borrachera,
qué jubilosa azúcar
inundándonos,
qué tropel
en las venas,
qué cosa nunca vista,
qué fiebre de colores.
A veces el amor
como pudriéndose.

Mía

Oh rota,
oh carcamal,
recontra mía,
hasta cuando no pueda más;
hasta la cacha mía;
en las malas y en las peores
pegada a mí,
a mí adherida;
pereciente ventosa,
liquen,
jarro viejo,
queloide,
que a veces da vergüenza acostarse
contigo.
Como los que no pisan en el suelo
yo renegué de ti,
yo te mandé a comer en la cocina;
al virar las esquinas te pateaba
pero tú me seguías;
para dejarte atrás
me ponía a volar
pero tú me seguías;
me emborrachaba y vomitaba
pero tú me seguías
y cuando me quitaba la peluca
de las buenas costumbres
y me tiraba de cabeza en el silencio
al lado me gemías como un perro.
Tú me comprendes,
las mujeres a veces,
te echaba a que durmieras en la calle,
me escondía de ti, pero tú me seguías
y hasta hubo un momento
que llegué a creerme demasiado bueno
para ti,
pero igual me seguías.
Oh! miísima,
oh! contrahecha,
oh! patoja,
oh! tuerta,
oh! desdentada,
bacinilla de a perro,
oh! vida sarnosamente mía,
he regresado a ti
hasta que llegue el día
en que no puedas soportarme.

Poema sin llanto

Hoy mataron a Juan el Huasicama
lo mataron a palo en día claro,

lo mataron por indio,
porque trabajaba como tres
y nunca sació el hambre,
porque junto a los bueyes
arrastraba el arado,
porque dormía sobre el suelo
y con su mala suerte cobijábase,
porque amaba la tierra
como la aman los árboles;
lo mataron por bueno,
por animal de carga.

Se quedó
de los pies hasta el alma ensangrentado.
se quedó boca abajo
para que los trigales no le vieran
la cara destrozada,
quedó
como las hierbas
después que pasan los caballos
y nadie dice nada;
lo mataron sin que nadie lo notara,
sin que a nadie le importara nada.
El viento persistió en su erranza,
como siempre las aves revolaron,
siguió impasible el soledoso páramo.

No hubo más,
el patrón lo mató
Porque le dio la gana.

Limpieza general

De un puntapié
acabar con la ventana.
Desde el último piso
tirar el terno nuevo,
el nombre, la lascivia;
despojarme del ansia y los papeles;
arrojar a la calle
las mentiras,
las muelas que me sobran,
los amigos;
botar la basura
la calvicie
y por fin,
sin pagar el arriendo
sin avisar a nadie,
irme
donde me dejen ser
una página en limpio.