Una vez, 
un pescador 
se fue cortando al viento; 
tiró la red,
la recogió vacía;
en tanto ensangrentado el sol 
con todo el peso de su cuerpo 
se arrimaba en la tarde;
de pronto, 
el mar 
comenzó a sacudirse
como animal mojado; 
el pescador cayó
en brazos de las algas; 
en la espina de un pez 
se fue su corazón, 
aguas abajo,
y en la porosa playa 
ese día encontraron 
un pedazo de sal 
semejante a una lágrima.
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